Los delincuentes se renuevan y modifican sus camuflajes, coartadas y modus operandi con regularidad y a medida que son descubiertos por la Policía Nacional y conocidos por la población.
La pasada semana la Policía dio a conocer la aparición de un conjunto de marcas (círculos, triángulos y rayas) que supuestamente los ladrones
pintan en las fachadas de domicilios de sus potenciales víctimas. Esto demuestra cómo puede renovarse el viejo oficio de meterse a una casa a robar.
La Policía peruana envió a su similar boliviana 19 señales que, a pesar de la alarma de la ciudadanía, aún no fueron introducidas en la lista de los modus operandi de los ladrones, según el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), coronel Adolfo Espinoza.
Cambiar o morir
Los delincuentes han cambiado no sólo sus formas de ejecutar un golpe, sino también su organización y relaciones mutuas. El capitán Osvaldo Fuentes Molina, de la FELCC, explica que a los ladrones les llegó la crisis pues ya no respetan sus especialidades (de lanceros, descuidistas, monreros y otros), y tampoco ya se mueven estrictamente en territorios bien delimitados dentro de la ciudad.
Según la Policía, eso no generó altercados entre ellos por “invasión de territorio”, sino una suerte de sociedades, y ahora se organizan mejor para obtener más rédito en sus atracos.
Por ejemplo, en la Fuerza anticrimen casi han desaparecido las denuncias de “boteros” (cuando alguien deja caer dinero para que otro lo levante y un tercero le pida compartirlo), “autoridades” (ladrones disfrazados de policías que atacan a turistas) y “manchazos” (ensuciar el abrigo de una persona para robarle mientras se limpia). En cambio, han aparecido los casos de “loto millonario”, los robos por celular y los “cambiazos” (suplantación de un objeto por otro) con modalidades diferentes.
Los atracos armados, así sea para obtener escasas sumas de dinero, son los más frecuentes tanto en La Paz como en El Alto. Esta modalidad se emplea incluso para asaltar puntos de llamadas telefónicas. Pero la característica principal en estos últimos meses, según el coronel Espinoza, es la organización de grupos delictivos sobre la base de actividades como la planificación del robo y la vigilancia, además del seguimiento sistematizado a las víctimas.
Inteligencia empírica
El coronel José Heredia, director de la FELCC de El Alto, admite que los ladrones cuentan con un sistema de “inteligencia empírica”, o no académica.
Hace dos meses, en El Alto se descubrió a un sospechoso que había tomado una habitqación en un alojamiento frente a una financiera. El hombre registró horarios de ingreso y salida de la vigilancia, llegada del dinero y circulación de clientes. La Policía encontró en sus manos binoculares, libretas, teléfonos, radios y otros aparatos.
El capitán Fuentes informó que el grupo de 16 colombianos aprehendido en las últimas semanas en la ciudad tenía una forma similar de vigilancia sobre sus víctimas de la zona Sur, Sopocachi y Miraflores, y robaba exclusivamente dinero y joyas.
Los empleados de los hoteles donde se alojaban algunos de los colombianos relataron a los policías que éstos salían cada mañana a las 09.00 vestidos de traje y corbata, y retornaban a las 17.00 cual si fueran importantes ejecutivos. Debido a su porte y atuendo podían ingresar en cualquier edificio, para robar en algún departamento, sin despertar la sospecha del portero.
Su “trabajo” era hacer seguimientos a las víctimas para garantizar que su golpe fuera certero. Según Fuentes, tras llegar al país uno de ellos estableció vínculos amorosos con una boliviana, la que puso su nombre para las cuentas de los hoteles y otros contratos. Las relaciones íntimas o de amistad son parte de su método de operar; los peruanos tienen lazos con delincuentes bolivianos, quienes les dan cobijo en sus casas.
Los unos y los otros no se lanzan más a robar en domicilios habitados ni en horarios nocturnos, sino que se cercioran de que estén vacíos, ya sea por viaje o la salida de sus ocupantes, para cometer su golpe.
Espinoza explica que la mayor parte de esas innovaciones vienen del exterior, pero se transmiten a los delincuentes bolivianos cómplices.
En cifras este año
Entre abril y septiembre se reportaron 776 casos de robo, según la FELCC.
En ese mismo tiempo hubo 390 casos de hurto y 52 de allanamientos de morada.
Los allanamientos se dan cuando los ladrones son sorprendidos dentro de la casa.
El robo en todas sus modalidades se presentó en 1.216 casos este semestre.
Los casos de crimen organizado y operaciones especiales sumaron 61.
Los delitos económicos y financieros fueron 942 y los homicidios 147.
Dentro de la primera categoría están la estafa, el estelionato y casos de corrupción.
Abril fue el mes en el que menos robos se registraron en la sede de gobierno.
Ladrones que usan avisos clasificados
Los atracadores se muestran atentos a las ofertas publicadas en los clasificados. Están especialmente interesados en comprar computadoras portátiles, hacen una cita con el ofertante, se presentan en su domicilio u oficina a probar el equipo, discuten sobre el modelo y condiciones de la laptop, regatean el precio, pagan con urgencia porque un radiotaxi les está esperando y se retiran apresuradamente. Los propietarios demoran en darse cuenta de que el dinero es falso porque, últimamente, se lo elabora con un papel especial que los delincuentes hacen en Colombia e imprimen en Perú.
También hay víctimas que relatan que un comprador, “con acento camba”, solicita una laptop o un play station. Solicita que se lo lleven a su hotel, hacen el negocio, pide permiso para ir a traer el dinero, se desliza por una puerta y no vuelve jamás porque esa salida no comunica con el hotel sino con la calle.
Robo a través de llamadas a celular
La voz que llama al teléfono celular dice: “Usted ha sido el ganador del concurso televisivo equis, ha ganado 1.000 dólares. Compre dos tarjetas de autorrecarga, cada una de 50 bolivianos, para que le demos más detalles”. Las víctimas suelen seguir las instrucciones de la voz anónima al pie de la letra. “Raspe el número PIN de su tarjeta —dice la voz en una segunda llamada— y díctelo con lentitud”. La persona dicta su código PIN con la esperanza de cumplir ese requisito para luego cobrar el premio, pero cuando termina la comunicación se corta abruptamente. Ha perdido los 100 bolivianos, que pasaron a incorporarse a la cuenta telefónica del ladrón.
Otra modalidad es cuando el ladrón llama al celular a una persona para comunicarle que se ha beneficiado con un negocio hecho al azar, y que debe dictar su número de cuenta para tener depositado el dinero. Al poco tiempo su cuenta está vacía.
Con la fachada de un premio millonario
Una mujer que aparenta ser campesina se acerca con ingenuidad a un transeúnte a pedirle ayuda para sacar su cédula de identidad. Ella muestra una tarjeta de bingo y relata que ha ganado 20 mil bolivianos en el juego del loto, dice que fue a la empresa a recoger su premio, pero que allí los funcionarios le exigieron su carnet de identidad, documento que no tiene. En pleno relato hace su aparición un “abogado” que asegura que él puede cobrar el premio con la sola presentación del boleto y la cédula.
En la enredada charla, el “abogado” convence a la señora y al transeúnte de hacer un intercambio. Ella le entrega el boleto para que cobre el premio, y él le entrega una cantidad menor de dinero en compensación. La Fuerza anticrimen atendió cuatro casos similares en las últimas semanas, las víctimas entregaron hasta 1.000 dólares a la supuesta campesina, cómplice del falso abogado.
El famoso “cambiazo” tiene diferentes formas
En plena feria de El Alto, un hombre ebrio se acerca a una persona para ofrecerle en venta un teléfono celular de última generación (conexión a internet y cámara fotográfica) a 80 bolivianos, “lo que vale 180 dólares”. Parece original, sólo alguien fuera de sí puede regalar un objeto electrónico en un precio tan bajo, y el desconocido no parece tener más interés que seguir bebiendo.
La víctima se anima a comprar el aparato, después de examinarlo con detenimiento y comprobar que es original. La transacción se hace, pero sólo para después darse cuenta de que ha adquirido una carcaza rellena de aserrín. No se sabe en qué momento sucede el “cambiazo”. Esta modalidad de robo fue muy usada en años anteriores, pero con un fajo de billetes hallado supuestamente por mera casualidad en la calle; el suertudo ofrecía la mitad al transeúnte, pero le entregaba papeles y se quedaba con lo que llevara en la billetera.
Los robos vía electrónica también se modernizan
En el ámbito internacional, los robos por teléfono celular o vía correo electrónico se conocen como “phishig”. El ejemplo típico era el mensaje, supuestamente enviado por un banco, que amenazaba a los receptores con perder el dinero de su cuenta si no accedían a una web y confirmaban sus datos bancarios. La web era falsa y los datos que se introducían en ella pasaban directamente a los ladrones, quienes se encargan de sacar todo el dinero vía programas informáticos.
Los atracadores han innovado y ahora utilizan un programa computarizado que llama al azar a celulares, una contestadora automática lanza la alarma y también toma los datos personales. Además está la modalidad en que la víctima recibe un mensaje en su teléfono móvil, con la novedad de que el banco le ha cargado la compra de diferentes objetos valorados en 1.000 dólares, y que debe llamar a un número gratuito para confirmar la transacción, cuando lo hace le piden sus datos personales y los del banco del cual es cliente, luego le vacían toda su cuenta en una transacción por internet.
Las cartas de supuestos millonarios en apuros
En los años 90, varios ciudadanos bolivianos recibieron cartas en sus casillas de correo procedentes de Nigeria. Todas tenían el mismo tenor: un urgido militar nigeriano pedía ayuda y el número de una cuenta corriente para depositar su dinero, que pretendían arrebatarle. Se trataba de cientos de miles de dólares a cambio de una comisión de 20 por ciento de la suma total. El objetivo era vacíar la cuenta bancaria de la víctima.
Ahora las cartas llegan por correo electrónico y tienen diferentes variantes, desde el líder depuesto de un país que pide ayuda para transferir dinero del tesoro de su Gobierno, hasta la hija de un líder rebelde de Angola, fallecido, que quiere impedir que su Gobierno se apodere de los 8,5 millones de dólares que dejó su padre. Según páginas especializadas de la web, la última historia gira en torno a un militar estadounidense que jura haber encontrado 36 millones de dólares en dinero del narcotráfico en una misión encubierta en Afganistán. La Policía boliviana no sabe de que este fraude se hubiera concretado en contra de algún ciudadano del país.
La pasada semana la Policía dio a conocer la aparición de un conjunto de marcas (círculos, triángulos y rayas) que supuestamente los ladrones
pintan en las fachadas de domicilios de sus potenciales víctimas. Esto demuestra cómo puede renovarse el viejo oficio de meterse a una casa a robar.
La Policía peruana envió a su similar boliviana 19 señales que, a pesar de la alarma de la ciudadanía, aún no fueron introducidas en la lista de los modus operandi de los ladrones, según el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), coronel Adolfo Espinoza.
Cambiar o morir
Los delincuentes han cambiado no sólo sus formas de ejecutar un golpe, sino también su organización y relaciones mutuas. El capitán Osvaldo Fuentes Molina, de la FELCC, explica que a los ladrones les llegó la crisis pues ya no respetan sus especialidades (de lanceros, descuidistas, monreros y otros), y tampoco ya se mueven estrictamente en territorios bien delimitados dentro de la ciudad.
Según la Policía, eso no generó altercados entre ellos por “invasión de territorio”, sino una suerte de sociedades, y ahora se organizan mejor para obtener más rédito en sus atracos.
Por ejemplo, en la Fuerza anticrimen casi han desaparecido las denuncias de “boteros” (cuando alguien deja caer dinero para que otro lo levante y un tercero le pida compartirlo), “autoridades” (ladrones disfrazados de policías que atacan a turistas) y “manchazos” (ensuciar el abrigo de una persona para robarle mientras se limpia). En cambio, han aparecido los casos de “loto millonario”, los robos por celular y los “cambiazos” (suplantación de un objeto por otro) con modalidades diferentes.
Los atracos armados, así sea para obtener escasas sumas de dinero, son los más frecuentes tanto en La Paz como en El Alto. Esta modalidad se emplea incluso para asaltar puntos de llamadas telefónicas. Pero la característica principal en estos últimos meses, según el coronel Espinoza, es la organización de grupos delictivos sobre la base de actividades como la planificación del robo y la vigilancia, además del seguimiento sistematizado a las víctimas.
Inteligencia empírica
El coronel José Heredia, director de la FELCC de El Alto, admite que los ladrones cuentan con un sistema de “inteligencia empírica”, o no académica.
Hace dos meses, en El Alto se descubrió a un sospechoso que había tomado una habitqación en un alojamiento frente a una financiera. El hombre registró horarios de ingreso y salida de la vigilancia, llegada del dinero y circulación de clientes. La Policía encontró en sus manos binoculares, libretas, teléfonos, radios y otros aparatos.
El capitán Fuentes informó que el grupo de 16 colombianos aprehendido en las últimas semanas en la ciudad tenía una forma similar de vigilancia sobre sus víctimas de la zona Sur, Sopocachi y Miraflores, y robaba exclusivamente dinero y joyas.
Los empleados de los hoteles donde se alojaban algunos de los colombianos relataron a los policías que éstos salían cada mañana a las 09.00 vestidos de traje y corbata, y retornaban a las 17.00 cual si fueran importantes ejecutivos. Debido a su porte y atuendo podían ingresar en cualquier edificio, para robar en algún departamento, sin despertar la sospecha del portero.
Su “trabajo” era hacer seguimientos a las víctimas para garantizar que su golpe fuera certero. Según Fuentes, tras llegar al país uno de ellos estableció vínculos amorosos con una boliviana, la que puso su nombre para las cuentas de los hoteles y otros contratos. Las relaciones íntimas o de amistad son parte de su método de operar; los peruanos tienen lazos con delincuentes bolivianos, quienes les dan cobijo en sus casas.
Los unos y los otros no se lanzan más a robar en domicilios habitados ni en horarios nocturnos, sino que se cercioran de que estén vacíos, ya sea por viaje o la salida de sus ocupantes, para cometer su golpe.
Espinoza explica que la mayor parte de esas innovaciones vienen del exterior, pero se transmiten a los delincuentes bolivianos cómplices.
En cifras este año
Entre abril y septiembre se reportaron 776 casos de robo, según la FELCC.
En ese mismo tiempo hubo 390 casos de hurto y 52 de allanamientos de morada.
Los allanamientos se dan cuando los ladrones son sorprendidos dentro de la casa.
El robo en todas sus modalidades se presentó en 1.216 casos este semestre.
Los casos de crimen organizado y operaciones especiales sumaron 61.
Los delitos económicos y financieros fueron 942 y los homicidios 147.
Dentro de la primera categoría están la estafa, el estelionato y casos de corrupción.
Abril fue el mes en el que menos robos se registraron en la sede de gobierno.
Ladrones que usan avisos clasificados
Los atracadores se muestran atentos a las ofertas publicadas en los clasificados. Están especialmente interesados en comprar computadoras portátiles, hacen una cita con el ofertante, se presentan en su domicilio u oficina a probar el equipo, discuten sobre el modelo y condiciones de la laptop, regatean el precio, pagan con urgencia porque un radiotaxi les está esperando y se retiran apresuradamente. Los propietarios demoran en darse cuenta de que el dinero es falso porque, últimamente, se lo elabora con un papel especial que los delincuentes hacen en Colombia e imprimen en Perú.
También hay víctimas que relatan que un comprador, “con acento camba”, solicita una laptop o un play station. Solicita que se lo lleven a su hotel, hacen el negocio, pide permiso para ir a traer el dinero, se desliza por una puerta y no vuelve jamás porque esa salida no comunica con el hotel sino con la calle.
Robo a través de llamadas a celular
La voz que llama al teléfono celular dice: “Usted ha sido el ganador del concurso televisivo equis, ha ganado 1.000 dólares. Compre dos tarjetas de autorrecarga, cada una de 50 bolivianos, para que le demos más detalles”. Las víctimas suelen seguir las instrucciones de la voz anónima al pie de la letra. “Raspe el número PIN de su tarjeta —dice la voz en una segunda llamada— y díctelo con lentitud”. La persona dicta su código PIN con la esperanza de cumplir ese requisito para luego cobrar el premio, pero cuando termina la comunicación se corta abruptamente. Ha perdido los 100 bolivianos, que pasaron a incorporarse a la cuenta telefónica del ladrón.
Otra modalidad es cuando el ladrón llama al celular a una persona para comunicarle que se ha beneficiado con un negocio hecho al azar, y que debe dictar su número de cuenta para tener depositado el dinero. Al poco tiempo su cuenta está vacía.
Con la fachada de un premio millonario
Una mujer que aparenta ser campesina se acerca con ingenuidad a un transeúnte a pedirle ayuda para sacar su cédula de identidad. Ella muestra una tarjeta de bingo y relata que ha ganado 20 mil bolivianos en el juego del loto, dice que fue a la empresa a recoger su premio, pero que allí los funcionarios le exigieron su carnet de identidad, documento que no tiene. En pleno relato hace su aparición un “abogado” que asegura que él puede cobrar el premio con la sola presentación del boleto y la cédula.
En la enredada charla, el “abogado” convence a la señora y al transeúnte de hacer un intercambio. Ella le entrega el boleto para que cobre el premio, y él le entrega una cantidad menor de dinero en compensación. La Fuerza anticrimen atendió cuatro casos similares en las últimas semanas, las víctimas entregaron hasta 1.000 dólares a la supuesta campesina, cómplice del falso abogado.
El famoso “cambiazo” tiene diferentes formas
En plena feria de El Alto, un hombre ebrio se acerca a una persona para ofrecerle en venta un teléfono celular de última generación (conexión a internet y cámara fotográfica) a 80 bolivianos, “lo que vale 180 dólares”. Parece original, sólo alguien fuera de sí puede regalar un objeto electrónico en un precio tan bajo, y el desconocido no parece tener más interés que seguir bebiendo.
La víctima se anima a comprar el aparato, después de examinarlo con detenimiento y comprobar que es original. La transacción se hace, pero sólo para después darse cuenta de que ha adquirido una carcaza rellena de aserrín. No se sabe en qué momento sucede el “cambiazo”. Esta modalidad de robo fue muy usada en años anteriores, pero con un fajo de billetes hallado supuestamente por mera casualidad en la calle; el suertudo ofrecía la mitad al transeúnte, pero le entregaba papeles y se quedaba con lo que llevara en la billetera.
Los robos vía electrónica también se modernizan
En el ámbito internacional, los robos por teléfono celular o vía correo electrónico se conocen como “phishig”. El ejemplo típico era el mensaje, supuestamente enviado por un banco, que amenazaba a los receptores con perder el dinero de su cuenta si no accedían a una web y confirmaban sus datos bancarios. La web era falsa y los datos que se introducían en ella pasaban directamente a los ladrones, quienes se encargan de sacar todo el dinero vía programas informáticos.
Los atracadores han innovado y ahora utilizan un programa computarizado que llama al azar a celulares, una contestadora automática lanza la alarma y también toma los datos personales. Además está la modalidad en que la víctima recibe un mensaje en su teléfono móvil, con la novedad de que el banco le ha cargado la compra de diferentes objetos valorados en 1.000 dólares, y que debe llamar a un número gratuito para confirmar la transacción, cuando lo hace le piden sus datos personales y los del banco del cual es cliente, luego le vacían toda su cuenta en una transacción por internet.
Las cartas de supuestos millonarios en apuros
En los años 90, varios ciudadanos bolivianos recibieron cartas en sus casillas de correo procedentes de Nigeria. Todas tenían el mismo tenor: un urgido militar nigeriano pedía ayuda y el número de una cuenta corriente para depositar su dinero, que pretendían arrebatarle. Se trataba de cientos de miles de dólares a cambio de una comisión de 20 por ciento de la suma total. El objetivo era vacíar la cuenta bancaria de la víctima.
Ahora las cartas llegan por correo electrónico y tienen diferentes variantes, desde el líder depuesto de un país que pide ayuda para transferir dinero del tesoro de su Gobierno, hasta la hija de un líder rebelde de Angola, fallecido, que quiere impedir que su Gobierno se apodere de los 8,5 millones de dólares que dejó su padre. Según páginas especializadas de la web, la última historia gira en torno a un militar estadounidense que jura haber encontrado 36 millones de dólares en dinero del narcotráfico en una misión encubierta en Afganistán. La Policía boliviana no sabe de que este fraude se hubiera concretado en contra de algún ciudadano del país.
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