“El más barato que tomé es el espumoso, de alcohol, soda y yogur”, cuenta una joven de 22 años que, como muchos de su edad, ha consumido alguna vez bebidas alcohólicas de dudosa calidad. Cuando se le pregunta por los denominados combos o preparados responde que “ésos son infames, pero no tanto”.
El combo consiste en una botella de ron o vodka, generalmente de 750 mililitros y con un costo de entre siete y 12 bolivianos, que viene acompañado de un refresco que cuesta cinco bolivianos.
Los preparados son tragos mezclados con saborizantes y listos para consumirse. La botella plástica de tres litros cuesta 15 bolivianos en promedio.
Esas bebidas son de industria boliviana y en sus etiquetas llevan un código de registro, señal de que son aptas para el consumo. Sin embargo, médicos consultados por este medio coinciden en que pueden ocasionar riesgos en la salud de los consumidores asiduos.
Los fines de semana, entre ocho y diez personas llegan a la sala de emergencias del Hospital de Clínicas intoxicados, inconscientes o con heridas ocasionadas por el excesivo consumo de bebidas alcohólicas.
Igor Toco Olivares, médico neurocirujano, dice que esos pacientes son generalmente jóvenes de entre 20 y 30 años.
Por su parte, el responsable de la Cruz Roja Boliviana, José Alarcón, considera que el problema está en las bebidas de dudosa calidad, que a veces no tienen registro sanitario.
Dichas bebidas baratas también son mal destiladas y pueden contener metanol, un tipo de alcohol tóxico que afecta a la vista y al hígado, y que con el tiempo ocasiona cirrosis, según asegura el médico Gabriel Ballón.
Si bien el código de registro garantiza que un producto pasó las pruebas que las normas vigentes exigen para aprobar su comercialización, expertos advierten que en Bolivia muchos laboratorios no cuentan con los instrumentos necesarios para realizar un análisis exhaustivo que permita detectar sustancias nocivas.
“Estamos sujetos a lo que tengan y generalmente no son completos”, explica José Pérez, coordinador departamental del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag).
Una vez obtenidos los resultados de las muestras de los productos, se verifica que éstos no contengan elementos tóxicos, garantizando su inocuidad. Posteriormente se otorga el registro sanitario.
El malestar que muchas personas sienten al día siguiente de haber bebido es consecuencia de la mala calidad de la bebida y no así de su inocuidad, sostiene Guerrero.
El hecho de que la mayoría de los pacientes que llegan a las salas de emergencias con afecciones derivadas del excesivo consumo de alcohol sean jóvenes, confirma que buena parte de los bebedores en el medio optan por tragos de dudosa calidad.
El excesivo consumo genera polineuritis
En la Asistencia Pública, la doctora Marta Cariaga comenta que cada vez atienden a más jóvenes con polineuritis postalcohólica por consumo excesivo de alcohol.
Entre los síntomas de esta afección están el entumecimiento de los brazos y piernas, dolores y calambres en las extremidades, debilidad y contracción muscular.
Unos de los varios casos que Cariaga atendió fue el de un joven menor de edad en completo estado de ebriedad que llegó al centro médico con su padre.
La doctora se impresionó por la inmutabilidad del hombre ante el estado de su hijo, que necesitó de medicamentos para reponerse.
Hay jóvenes que hasta dan indicaciones al médico sobre qué medicina necesitan, lo que muestra que ya antes padecieron estos síntomas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario