Silvano Toniolo, de 80 años, vive permanentemente en los trenes que le sirven de casa para no dormir a la intemperie. Evita así tener que convertirse en un sin techo y verse condenado a vagabundear en la calle.
Silvano no utiliza los trenes que están parados o estacionados de forma fija en los rieles, sino en los que se mueven por Italia. Así lleva ya ocho meses, desde que fue desahuciado y echado de un pequeño apartamento que tenía en el centro de Turín.
Puede hacerlo al disponer de un carnet de inválido desde que tuvo un ictus que lo ha dejado parcialmente inválido, lo que le permite viajar gratuitamente. En estos ocho meses, no se ha bajado del tren, salvo para cambiar de ruta y destino.
Ex enfermero
Silvano, hombre generoso, entregó su vida a los demás en hospitales y como voluntario: “He trabajado como enfermero. He sido también voluntario en una misión en Uganda”, ha contado Toniolo al Corriere della Sera. Después volvió a Turín y trabajó varios años en hospitales hasta su jubilación. “Puedo viajar en toda Italia, pero suelo hacerlo en Piemonte y Liguria”, regiones donde , al no tener parientes, conserva algunos amigos: “Los voy a ver alguna que otra vez y a veces incluso me invitan a comer o cenar, cosa que aprovecho teniendo en cuenta las condiciones en que me encuentro”.
El carnet para viajar gratuitamente lo utiliza respetando las reglas que le impone la compañía nacional ferroviaria: “Nunca me he parado a dormir en la estación, sino que viajo también de noche, bajo al final del recorrido y vuelvo a subir en otro tren que parte”.
Ligero de equipaje
Silvano viaja muy ligero de equipaje. “Me han robado dos veces. Llevo conmigo una mochila negra que uso como almohadilla. Así no me la quitan”. En su interior incluye una camisa de recambio, un par de calcetines, cepillo de dientes y jabón para afeitarse. En un bolsillo interno del chaquetón, que lo tiene en permanente control, lleva un monedero con un puñado de euros y el carnet que le permite viajar gratis en tren. “Ésta es mi única riqueza. El resto de mis pocas cosas las he dejado en custodia en un instituto religioso. Voy allí de vez en cuando para coger lo que me sirve y lavar la ropa”, afirma.
Silvano vive en la pobreza absoluta, pero con gran dignidad: “No soy un sin techo. No me he hundido o desesperado. Cuando me despierto por la mañana, voy al lavabo del vagón para lavarme y afeitarme”. Silvano se ha habituado a esta vida y llega incluso a apreciarla: “Viajando conozco a muchas personas. Uno se abre a los demás. Conozco a casi todos los inspectores de los trenes, con alguno de ellos soy amigo. A veces por la mañana me traen el café” (Ángel Gómez Fuentes).
La palabra salario está relacionada con la sal
Hace 4.000 años, la sal empezó a usarse para conservar los alimentos. Por entonces era escasa y a los romanos se les pagaba con este polvo blanco, de ahí viene la palabra de origen latino “salario”. Con el invento de la refrigeración, su consumo no se redujo, porque su precio ya era asequible. El consumo medio en el mundo actualmente es de diez gramos al día. Sin embargo, se recomienda no sobrepasar los cuatro gramos diarios.
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