miércoles, 13 de julio de 2011

Estafadores . Así trabaja una mente sin culpa

Fascinados, los feligreses escuchaban sus sermones. No me hagas rico ni pobre; dame solo el pan necesario, decía el nuevo pastor, repitiendo la sabiduría condensada de los Proverbios. “Dame solo el pan necesario, porque si me sobra, podría renegar de ti… y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre”.


El pastor también les aconsejaba ganar todo lo que puedan, ahorrar todo lo que puedan y regalar todo lo que puedan. Toda una ‘teología del dinero’ que el pastor aplicaba con sabiduría. El jefe de la congregación tenía una venta de tarjetas telefónicas al por mayor en la zona del mercado 4 de Noviembre. Algunos de los fieles invirtieron dinero en las tarjetas y les fue bien.


Luego, el pastor empezó a vender vehículos. Un par de personas le dieron los documentos sin firmar ninguna transferencia y el religioso los vendió en un precio mayor. Ganaba él, ganaba el dueño del vehículo y ganaba la congregación. Más personas le dieron las llaves y le entregaban los vehículos sin ninguna transferencia. Claro, es el pastor. Es nuevo, pero qué amable, qué lindo predica y hasta nos hace ganar dinero. A los tres meses, cuando acumuló todo lo que pudo, desapareció.


Con la confianza rota, la indignación a flor de piel y la billetera vacía, los demandantes le contaron todo a la investigadora Mónica López, de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen. Ella no pudo hacerse cargo de todos los casos; la suma que pudo reunir el falso pastor superaba los 220.000 dólares.


Eso le deja la primera enseñanza a la investigadora: “Cuando la gente engaña por poco dinero, usa una identidad falsa. Cuando se trata de mucho dinero, utilizan su identidad verdadera”. El pastor es hijo de un cirujano que vive en Equipetrol. “Él sabe dónde está su hijo, pero no va a declarar en contra de su familia”, afirma.

CÓMO ELIGEN A SUS VÍCTIMAS
José Ernesto Vargas es sicólogo clínico. Como varios de sus colegas, no cree posible que los estafadores reconozcan, en algún momento, que tienen un desorden de personalidad. No tienen una conciencia clara de sus actos ni de las consecuencias. El investigador Marcial Flores, que también es asesor de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros, ha visto de cerca cómo actúan estos individuos; los considera inteligentes y muy observadores.


El capitán Raúl Pereira, que investiga delitos contra la propiedad, ha notado que tienen un especial cuidado al elegir a sus víctimas. En el interior es frecuente que un humilde campesino, pobremente vestido, escoja a alguna señora elegante y le pida ayuda. “Recién he salido del campo y voy a hacer curar a mi hijo. Quiero vender estas joyitas, pero no sé cómo. Ayúdeme, mamitay”. La señora, tocada en su instinto de protección y de ayuda, lo acompaña a una joyería. Es posible que ella misma elija al joyero, que verifica la autenticidad de las joyas. A veces se trata de libras esterlinas que el campesino dice haber guardado por años. “Eran de mi abuelita”, cuenta.


Con las palabras ‘oro de 18 quilates’ tintineando, llega el momento en que el campesino le dice “vos nomás comprame señora, ya que sos tan buena”. El dueño de las joyas acepta una suma inferior a la que fijó el joyero y en el momento de entregar las joyas, saca de entre las ropas un paquete similar con joyas parecidas. La señora, convencida de que realizó una buena acción, trata de vender la mercadería. La sentencia, esta vez, la deja pálida, porque el joyero le dice que se trata de fantasías o, en el mejor de los casos, de joyas bañadas. El estafador puede obtener, con esta ‘operación’, entre 300 y 500 dólares.


Particularmente vulnerables a los ‘tocomocheros’ son las personas que llegan con bultos a la terminal bimodal. Dos o tres policías se acercan y le dicen que hay una denuncia por narcotráfico contra esa persona. “Revisen si quieren”, dice el inocente aludido y los falsos policías lo llevan a pocas cuadras de la terminal, donde revisan la maleta y al mirar la billetera la vacían y le ponen dinero falso. “Disculpe, es que a veces nos llega mala información”, dicen los estafadores y devuelven todo a la víctima, que, según Pereira, hasta agradece por la revisión. Su dinero ya está en otras manos. Los casos aumentaron tanto que Pereira se ha visto obligado a enviar uniformados a patrullar la bimodal durante las madrugadas, cuando llegan los comerciantes. Aunque los casos de los ‘pildoritos’ no son precisamente una estafa, engañan a los recién llegados diciéndoles que son paisanos suyos.
Pereira resume así la estrategia: “¿Así que sos de Oruro? Yo también. Vivía en la avenida Pagador. Vení paisano, acompañanos con una chelita”. En la cerveza los delincuentes ponen el somnífero –casi siempre diazepam- y, ni bien hace efecto, se llevan al supuesto ‘borrachito’ en vilo y vacían la maleta y la billetera.

“CUÍDEME MIS PLANTITAS”
El psicólogo José Ernesto Vargas no cree que sean personas muy inteligentes. Les basta con ser hábiles, asegura, o, en todo caso, tienen una inteligencia malsana y una creatividad dañina. Entre los rasgos que los definen está la envidia, puesto que no pueden resistir que otras personas de su mismo grupo social tengan dinero y éxito económico. “Eso los carcome, por eso comienzan a mentir. Son mansos-agresivos”, explica. Son también mitómanos, puesto que manejan muy bien la mentira y desarrollan un poder de manipulación impresionante. La fiscal Leticia Amalia no tiene dudas. “Son psicópatas”, afirma. Se acercan a su víctima con amabilidad y a veces con humildad. Durante el reportaje, asistió a la inspección ocular de una casa que fue otorgada en anticrético por $us 15.000. El supuesto dueño desapareció con el dinero.


Pero la historia empieza con el anuncio en cualquier periódico. La inmobiliaria Kaos (todos son nombres supuestos) ofreció la casa de Alma Pura en alquiler por $us 350 al mes. La señora Alma Negra respondió el llamado y fue a ver la vivienda. Le gustó. Pagó 600 dólares a Alma Pura por un mes adelantado y una garantía y recibió las llaves. Al día siguiente, la misma vivienda apareció de nuevo en el periódico, pero la ofrecen en anticrético. Esta vez, el cómplice de Alma Pura, Ángel Gris, atendió a una nueva interesada, que llamaremos Supuesta Inocencia. Ángel Gris pedía $us 16.000 por el anticrético, pero Supuesta Inocencia tenía sólo 15.000 dólares. “Bueno, está bien, dice Ángel Gris, solo le pido que cuide bien mis plantitas”. Hicieron el reconocimiento de firmas en una notaría y el documento llevaba, inexplicablemente, la firma de dos abogados. Supuesta Inocencia se traslada a vivir a la casa y un mes después llega Alma Pura a cobrar el alquiler. “Pero si yo he pagado 15.000 dólares por el anticrético”, protesta. “¿A quién?”, indaga la dueña, y revisa los papeles firmados por Ángel Gris. Es un nombre falso, lo mismo que el carné. Cuando revisaron el registro en Derechos Reales, se dieron cuenta que corresponde a la caseta de un mercado.


Ahora, Alma Pura no puede recuperar su casa, Supuesta Inocencia quiere sus 15.000 dólares y la fiscal tiene que investigar todo, porque ha visto que la inmobiliaria cambió de nombre a ‘consultora’ y que Supuesta Inocencia quiso arreglar el abandono de la vivienda por mil dólares. ¿Cómo, si ha perdido 15.000?, es la pregunta que se hace Alma Pura, la dueña de casa.


El teniente Juan Manuel Pereira conoce el ‘modus operandi’ de estas bandas. Cuando obtienen las llaves, les resulta fácil comportarse como dueños. Usan carnés falsos que hacen trabajar en la avenida Centenario o en cualquier otro lugar, inventan un registro de Derechos Reales y cuando la víctima pide una vista rápida del derecho propietario, en Derechos Reales le certifican que la propiedad coincide con el dueño del carné. Muestran valorados falsos y no es raro que utilicen el llamado ‘timbre de aceleración’, en el que participan los tramitadores, gestores, auxiliares, tinterillos, auxiliares de abogado -o como se los quiera llamar- que pululan por el Palacio de Justicia. Por eso todos firman sin desconfiar. Si verificaran con cuidado, se darían cuenta de que están a punto de ser timados. Le sucedió nada menos que a un fiscal, que estuvo a punto de entregar su dinero por un anticrético a una mujer. Cuando verificó el estado de la vivienda que iba a tomar, se percató de que sobre el inmueble había una hipoteca a punto de ser ejecutada. Se salvó de perder 14.000 dólares.

SIEMPRE HUYEN DEL DIVÁN
El teniente Pereira se molesta cuando los jueces ordenan poner en libertad a los estafadores. En su investigación incauta pólizas de importación, carátulas del sistema judicial y valorados falsos grabados en las computadoras. Cuando los estafadores logran tramitar un certificado domiciliario, salen en libertad porque eliminan la posibilidad de fuga y vuelven a desaparecer para seguir estafando. Como dice el psicólogo Javier Villa, después de la primera estafa la práctica se vuelve costumbre. “La mayoría son sociópatas que se acostumbran a esta forma de vida”, describe. No tienen ningún cargo de conciencia, por lo que se debería temer más de un estafador que de un enfermo mental. Esa conducta repetida forma una paradoja que señala José Ernesto Vargas: “Son sociables, extrovertidos, pero tienen un círculo social reducido. El hecho de tener que cambiar de ambiente los obliga a tener pocos amigos”, afirma.


No siempre se lo hace por necesidad real. Conseguir dinero solo puede ser el detonante de la conducta del estafador, que, por lo general, proviene de familias que arrastran conflictos. Por eso tienen una autoestima artificialmente elevada, que usan como herramienta para ganar dinero. Otro rasgo los distingue: nunca van a pedir ayuda a un psicólogo, porque no conocen el remordimiento.

OPINIÓN

Solo les queda la cárcel o la muerte
Nils Noya / Siquiatra
Los estafadores tienen personalidades muy especiales, sicópatas, como en el caso de la película Atrápame si puedes (que cuenta la vida del estafador Frank Abagnale, protagonizada por Leonardo Di Caprio y Tom Hanks).
Se necesita una personalidad psicopática importante. Todos, en el fondo, tenemos de sicópatas un poco.
Los estafadores pueden engañar a su madre. No les interesa. No tienen el concepto del bien y del mal. No tiene cura. Es un trastorno de personalidad y eso no se modifica.
Para los sicópatas, lo importante es o la cárcel o la muerte. Es la única forma de ‘castigo’. Además, es a lo único que le tienen miedo.
Ahora, son potencialmente muy inteligentes y se dan cuenta a quién estafar. Por eso hacen el llamado cuento del tío o hasta venden la pirámide de Keops.
Solo tuve un paciente, enviado por su oficina porque empezó a gastarse dinero que no era suyo. Como era un empleado competente, no querían despedirlo. Era un mentiroso compulsivo pero no muy inteligente, porque se hacía pillar sus mentiras. La propia oficina le pagó el tratamiento pero nunca vino. Estafó a la oficina. Seguramente, decía que estaba en tratamiento y salía del trabajo con ese pretexto.
A mí, personalmente, me estafaron. Entregué plata para mi jubilación a un abogado que tenía una oficina bien instalada. Y no le di poco dinero. Cuando fui a ver, la oficina ya no existía y tampoco había nadie en Santa Cruz o en La Paz donde también tenía oficinas. Hasta ahora no puedo jubilarme, pese a que debería estarlo hace cinco años.
El tipo no se está beneficiando con mi jubilación, pero me perjudicó porque extravió todos mis papeles.

Algunas formas de estafa

TIMBRE DE ACELERACIÓN
Es el que reciben algunos tramitadores o cualquier ‘voluntarioso’ que dice tener contactos para apurar los trámites. Después de recibir el dinero, desaparecen.

‘TOCOMOCHEROS’ Y PILDORITOS
Los ‘tocomocheros’ se hacen pasar por policías de narcóticos. Sus víctimas son los viajeros solitarios con varios bultos. Los pildoritos fingen ser paisanos de los recién llegados.

La billetera tirada
Alguien deja caer una billetera y quien va detrás la recoge. Finge querer devolverla, pero no puede. El testigo más cercano se detiene y el ‘suertudo’ abre la billetera y ve que tiene 300 dólares. Dice que prefiere bolivianos y le pide al circunstancial amigo que le de mil bolivianos y se lleve los dólares. Emocionado, el ambicioso acepta. Los dólares son falsos.

EL MENSAJE SALVADOR
Llega un mensaje al celular o al correo de una persona, anunciándole que ha ganado un vehículo o una suma de dinero en la lotería. Le piden que haga un depósito para ‘gastos administrativos’. Nunca recibe el premio ni vuelve a ver su dinero.

ESTAFA NIGERIANA
Un alto dignatario dice tener dinero que no puede retirar de su país. Promete compartir sus ganancias con quien lo ayude a retirar ese dinero. Piden un adelanto para trámites a la víctima. Ahí acaba todo

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