Al comenzar el siglo XIX, la población de La Paz todavía se recuperaba de los sucesos de fines del siglo XVIII, que dejaron huellas en su fisonomía y en la vida de sus habitantes. El espacio urbano abarcaba 46 manzanas y la ciudad tenía 20.000 habitantes. Ambos, espacio y población, comenzaban a crecer lentamente y se producían interesantes procesos tanto en la composición de la población como en el tejido urbano. El centro de La Paz tenía 16 manzanas conectadas con los “barrios de extramuros” por varios puentes. El sector central, que en el siglo XVI había sido elegido para establecer la ciudad, de acuerdo a la planificación urbana, quedaba delimitado de noroeste a suroeste por el río Choqueyapu; y al este por el río Mejahuira.
En torno a la Plaza Mayor, las calles estaban trazadas en forma de damero, con seis calles paralelas al río Choqueyapu de norte a sur, y ocho perpendiculares de este a oeste. Las cuadras eran regulares, excepto las que limitaban con el río y los cerros. En la plaza se encontraba la Catedral, la Contaduría de Diezmos, el Cabildo, el Seminario de la Compañía de Jesús y el Loreto. Varios conventos e iglesias quedaban en el centro, así como elegantes residencias de altos funcionarios. La cárcel, el correo y un coliseo también estaban ubicados en este sector, al igual que el mercado público, el depósito de agua, comercios, alojamientos, oficinas de escribanos, talleres de herreros, encuadernadores, plateros y joyeros. Por las noches, el centro se iluminaba con faroles de mecha de hierro forjado.
En el siglo XVI, cuando se estableció la ciudad, el Choqueyapu la separaba del ayllu indígena de Chuquiago, dividido en dos parcialidades, una gobernada por el cacique Quirquincho, (donde se “depositó” la ciudad en 1548) y la otra (de antiguos mitma incaicos) gobernada por Otorongo. A principios del XIX, la población indígena conformaba tres "parroquias de indios": San Sebastián, San Pedro y Santa Bárbara organizadas también como ayllus. Durante la rebelión de 1781, los habitantes de La Paz construyeron una muralla defensiva alrededor del centro y estos barrios quedaron fuera de la muralla, por eso eran llamados "barrios de extramuros”, y fueron espacios de transición entre lo rural y lo urbano, unidos al centro por diez puentes. En esta época se establecieron allí haciendas de propietarios españoles y criollos, y los sectores más cercanos a la ciudad se integraron a la parte urbana.
A este lado del río, las calles eran irregulares, ya que este espacio no estuvo incluido en el trazo original de la ciudad.
La zona de San Sebastián tenía plaza (hoy, Alonso de Mendoza) e iglesia. Churubamba era el sector más cercano a la iglesia, y el sector urbano incluía la calle Ancha (Av. América) y tres calles paralelas. Esta zona era paso obligado para los viajeros que llegaban y salían de la ciudad. El río Apumalla separaba San Sebastián de San Francisco, que tenía calles irregulares en torno al convento que ocupaba dos manzanas. En este sector, conocido también como "barrio de Chocata”, se encontraban los principales tambos y sus calles llegaban hasta el llamado Alto de San Francisco (actual Max Paredes). El río Carawichinca servía de límite con San Pedro, sector lleno de chacras y viviendas rurales, con su iglesia y pocas construcciones. Hacia el sureste, el sector urbano se extendía sobre Santa Bárbara, separada del centro por el río Mejahuira (actual Bueno). La iglesia estaba situada a la altura de las calles Frías y Yungas.
La población que ocupaba los puestos más importantes de la administración pública, civil, militar y eclesiástica vivía en el centro de la ciudad. Eran propietarios de casas, minas o haciendas, comerciantes, abogados, profesionales y empleados. También vivían allí músicos, impresores, plateros, herreros y costureras. Los sectores urbanizados de San Francisco y San Sebastián tomaron un carácter más mestizo y criollo, y este espacio fue cotizado por su valor comercial. Vivían allí comerciantes, carniceros y artesanos (panaderos, sombrereros, tocuyeros, veleros, “polvoreros”, albañiles y carpinteros). En San Francisco aparecieron los primeros gremios artesanales y más adelante, la parroquia de Santa Bárbara aglutinó a los gremios de albañiles y de carpinteros.
La etapa de la independencia y posterior nacimiento de la república llevaría, años más tarde, a un cambio en la organización de la ciudad, en su población y en las funciones de espacios y construcciones. Un siglo más tarde, al convertirse La Paz en la sede de gobierno, llegarían cambios más profundos.
Bibliografía
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