Siempre se ha dicho que el idioma español es uno de los más ricos del mundo. Sin embargo, un pequeño repaso por otras de las lenguas habladas en el planeta nos descubre una enorme cantidad de palabras que es imposible traducir sin necesidad de emplear perífrasis o circunloquios.
Muchos de estos vocablos, tal y como muestra una extensa recopilación publicada en el blog Yorokobu, ganador del Premio Especial del Jurado en la séptima edición de los Premios Bitácoras, hacen referencia a sentimientos, circunstancia que hace imposible su traducción en una sola palabra, puesto que pierden gran parte de sus matices al trasladarlas a su posible equivalente en español.
Así, en la edición en español de El libro de la risa y el olvido, escrito por Milan Kundera aparece la palabra “lítost”, un vocablo checo que hace referencia a la agonía que se siente al ser consciente repentinamente de la propia miseria y para el que el escritor no ha encontrado equivalente en otra lengua.
Idiosincrasia
La peculiar idiosincrasia de la que gozan muchos países hace que sus idiomas posean decenas de estas palabras de traducción imposible.
El alemán es un claro ejemplo de ello, con palabras como “torschlusspanik”, que designa el miedo a que las oportunidades disminuyan a medida que se envejece; “freizeitstress”, que da nombre al estrés del tiempo libre y todas las actividades que haces para ocuparlo; o “schadenfreude”, que hace referencia al sentimiento de gozo, intermedio entre la envidia y el sadismo, que se produce al observar el sufrimiento ajeno.
Un sentimiento que se experimenta, al ver las desgracias de los personajes que salen en algunos programas de prensa rosa (farándula o chisme); o cuando el villano de una película recibe su merecido.
Por el contrario, “mudita” es el concepto budista que da nombre a la felicidad que genera la felicidad ajena.
En esa misma línea se encuentra el término filipino “gigil”, que expresa el sentimiento que experimentan las abuelas cuando cogen a sus nietos en brazos, esas ganas de morder o pellizcar algo insoportablemente tierno.
El japonés aporta a esta lista palabras que van desde “kyoikumama”, con la que se designa a las madres que presionan despiadadamente a sus hijos para que obtengan logros académicos hasta “karoshi”, que da nombre a la muerte ocasionada por el estrés laboral.
El italiano, el francés, el ruso o el árabe son otros de esos idiomas que poseen palabras para definir conceptos y sentimientos tan profundos que son imposibles de traducir al español sin echar mano de una perífrasis en la que, sin duda, perderán gran parte de su sentido original.
Las bebidas muy calientes son un peligro para la salud
Según la revista British Medical Journal, las personas que consumen a diario bebidas calientes a una temperatura superior a 60 grados centígrados sufren un continuo abrasamiento de las células que recubren el esófago que incrementa el riesgo de cáncer. Los investigadores probaron que tomar té a 65 o 70 grados duplica el riesgo, mientras que cuando la temperatura de la bebida supera los 70 grados la amenaza se multiplica por ocho.
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