ESTA PEQUEÑA LOCALIDAD MEXICANA | ENCLAVADA EN LA SIERRA NORTE DEL ESTADO DE PUEBLA, SE DEJA VER EN TODO SU ESPLENDOR CUANDO LA BRUMA SE DISIPA. APARECE ENTONCES ANTE LA VISTA UN PUEBLO ENCANTADOR de CALLES EMPEDRADAS.
"Los ruidos de la calle, más que el de las campanas, anuncian el nuevo día. Personas a pie, en bestias o en carretas vienen arribando desde lejanas rancherías. Consigo traen costales de productos, animalitos y plantas que habrán de comerciar. A los primeros rayos del sol, los puestos ya están instalados. Es domingo, día de tianguis en Cuetzalan”, así narra el cronista mexicano, Homero Adame, un domingo de mercado en el coqueto pueblo de Cuetzalan.
Un lugar donde se sigue utilizando el trueque como sistema de pago y donde los ancianos van descalzos o con huaraches y llevan consigo morrales hechos con fibra de pita o ixtle tradicional. Un sitio donde degustar un aromático café de olla con canela y donde las tortillas, de amarillento nixtamal, están recién hechas a mano y en comal.
Ese día las calles se convierten en una romería, los mercantes vociferan, los marchantes regatean, el bullicio emerge, hierve la vida. Adame describe el ambiente y el devenir cotidiano de un pueblo ubicado en la Sierra norte del Estado de Puebla: “La gama de colores es asombrosa. Resalta el límpido blanco del atuendo de los nativos, cuyos sombreros y huaraches, aunado al color cobrizo de sus rostros, son su único contraste”.
MAGIA POR DOQUIER
Nombrado Pueblo Mágico para el sector turístico de México en 2002, Cuetzalan se erige a mil metros de altitud y goza de un microclima. Serpenteado por ríos como el Apulco, Cuichati y Zoquiate, este destino es ideal para escapadas románticas, para admirar la tradición en el mercado indígena del domingo (el tianguis) o para visitar las cascadas de Yahualichán, muy hermosas.
Etimológicamente, “Cuetzalan” significa en náhuatl “lugar donde abundan los quetzales”, símbolo a su vez de la vecina Guatemala. Hace cientos de años le rindió tributo a los mexicas y el legado histórico es abundante. Estas hermosas aves de colores vivos poblaron allá por el siglo XVI toda la zona. De hecho, sus plumas se entregaban como ofrenda en la época del emperador Axayácatl al pueblo azteca.
El recorrido por esta ciudad le permitirá disfrutar de vistas increíbles ya que está rodeada de laderas muy verdes. El clima es subtropical húmedo debido a las lluvias abundantes durante la mayor parte del año. Por ello la vegetación es frondosa y exuberante en los bosques densos de niebla. Existen árboles de hasta 20 metros de altura y su flora está compuesta por multitud de especies.
Muy cerca del pueblo, se encuentran varias cuevas de interés ecológico y muy buenas para practicar espeleología. Resultan muy atractivas las grutas del Chivostoc o del Diablo, la del Ampolihui, Las Brisas, Cuichatl y El Salto.
EL TIANGUIS DEL DOMINGO
Cuando la niebla matutina se levanta, se asoman hermosas callejuelas. En el tianguis que se monta los domingos, el visitante podrá encontrar los objetos más variados, desde prendas elaboradas en telares como jorongos, chales, rebozos o sarapes, hasta sombreros y canastos de mimbre o piezas de madera trabajadas directamente por la población. También se venden frutas como las granadas criollas y legumbres, maíz y granos, plantas de ornato y animales.
Al amanecer, además, podrá deleitarse tomando hermosas fotografías e instantáneas de la serranía.
Podrá probar los tamales pulacles (una receta mexicana muy sabrosa compuesta de calabacitas tiernas, ajonjolí y frijol negro cocido), rellenos de verdura y envueltos en hoja santa o en hoja de aguacate. Es común también el pan de rodeo y el café, derivado de los abundantes cultivos de la región. En cuanto a las bebidas está el vino local obtenido de las frutas maracuyá o yolixpan y una bebida muy singular llamada Xoco atol (atole de maíz fermentado).
Arquitectónicamente, permanecen en pie auténticas joyas del siglo XIX. Algunos de estos edificios han sobrevivido a las inclemencias del tiempo, sobre todo la humedad. Estos inmuebles forman parte del catálogo elaborado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. El ejemplo más ilustrativo es el de las casonas de origen español ubicadas en el centro histórico.
MUCHO MÁS POR VER
El visitante de Cuetzalan no puede perderse el Santuario de Guadalupe, una construcción de estilo neogótico inspirada en la basílica de Lourdes (Francia). Otros monumentos religiosos son la Capilla de la Purísima Concepción erigida en 1913 y la Parroquia renacentista de San Francisco, construida en el XVII. Ambas edificaciones están una al lado de la otra. El Palacio Municipal data de la segunda mitad del siglo XX y es de estilo neoclásico. Si quiere empaparse de la cultura textil de la región, puede acudir al Museo Etnográfico Calmahuistic, allí se podrá admirar el atuendo de la gente local y otro tipo de objetos artesanales de origen prehispánico. Es curioso conocer la Casa de la Cultura, que consta de un archivo municipal y una biblioteca.
Cae la tarde. Las campanas repican, empieza a llover y desciende la niebla. Es hora de recogerse en casa. Un anciano sonríe. Con delicadeza envuelve su mantel blanco, lo acomoda en su morral y echa a caminar por calles empedradas. Sin duda, este es otro México, tan ajeno y distante del seco norte, donde ya ni las danzas del autóctono trae los aguaceros.
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