Sea por la novela de Víctor Hugo o por alguna de las versiones cinematográficas de ésta —porque las guías turísticas de París la señalan como parada obligatoria—, o por fe católica, ¿quién no conoce la obra maestra del estilo gótico? ¿Quién no visualiza la fachada frontal de Nuestra Señora de París, Notre Dame en francés? En diciembre del año próximo, se cumplirán 850 años del inicio de la construcción de la catedral, situada en la Ile de la Cité (Isla de la Ciudad), muy cerca del famoso barrio latino en el que autores como Hemingway, Mario Vargas Llosa o Bryce Echenique han situado la acción de algunas de sus historias.
El 12 del 12 de 2012 arrancaron los festejos en honor de Notre Dame, que se prolongarán hasta el 24 de noviembre de 2013. Normalmente, el templo recibe 14 millones de turistas al año; durante este tiempo de aniversario, se espera que las visitas alcancen los 20 millones.
La Fundación de los 850 años invertirá 6,5 millones de euros (unos 8,6 millones de dólares) provenientes de donaciones privadas en arreglos para que el templo esté en las mejores condiciones cuando llegue la fecha del cumpleaños.
“Todavía hoy la iglesia de Nuestra Señora de París continúa siendo un sublime y majestuoso monumento, pero por majestuoso que se haya conservado con el tiempo, no puede uno por menos de indignarse ante las degradaciones y mutilaciones de todo tipo que los hombres y el paso de los años han infligido a este venerable monumento, sin el menor respeto hacia Carlomagno, que colocó su primera piedra, ni aún hacia Felipe Augusto, que colocó la última”. Así comenzaba el escritor Víctor Hugo el tercer libro de la novela Nuestra Señora de París (1862).
Nueve siglos de historia recaen sobre las piedras del edificio, reparado en varias ocasiones (cómo si no aguantar tantos años en pie). Sin embargo, hace 20 centurias que se vienen celebrando rituales religiosos en el lugar en el que se ubica.
Primero, fueron los celtas los que se asentaron en la Ile de la Cité; luego, los romanos, que invadieron ésta y otras partes de Europa, renombraron el lugar como Lutecia y construyeron en la isla un templo dedicado a Júpiter; luego, con la llegada del cristianismo, se erigió sobre el centro pagano la basílica de Saint-Etienne.
Ya en el siglo XII, durante el reinado del rey Luis VII, y con Maurice de Sully como obispo de la rebautizada París (en honor de los parisii, los antiguos pobladores celtas de la zona), se decidió demoler la antigua basílica y construir un templo dedicado a la Virgen María, de ahí el nombre de Nuestra Señora.
Se concibió un edificio de gran tamaño, acorde al París capital de Estado, centro económico y de formación intelectual, en el estilo arquitectónico de moda del momento, el gótico. Siguiendo los principios de esta nueva forma de construir, ya se había empezado a edificar la basílica de Saint-Denis y la catedral de Sens, también en Francia.
La primera piedra de Notre Dame se colocó en 1163 en presencia del papa Alejandro III. Estuvo en construcción durante 182 años, por lo que fueron varios los maestros de obra que participaron en ella.
Con los 69 metros de altura que alcanzan las dos torres de la fachada occidental, sus abrumadoras gárgolas y el sonido de sus campanas, no es difícil imaginar la imponente sensación que la catedral tuvo que causar entre la población medieval, que vivía en casas bajas y sencillas. Por si fuera poco, en el pórtico principal (el occidental), está representado el Juicio Final.
Primeras modificaciones
Durante los siglos XVII y XVIII, Notre Dame sufrió importantes reformas. Se cambiaron los vitrales, se restauró la Rosa del Sur o de Mediodía (uno de los tres rosetones de la catedral), se construyó una nueva sacristía y se modificó el pórtico principal. Sin embargo, los cambios que sufrió durante la Revolución Francesa (1789-1799) no fueron de carácter constructivo: se destruyeron 28 estatuas reales de la Galería de los Reyes, así como las figuras de los pórticos, hecho del que sólo se salvó la Virgen del pilar central del portal del claustro. Incluso, se destruyó el chapitel.
Tampoco las campanas se libraron del expolio. De las 20 con las que llegó a contar la iglesia, 19 fueron fundidas con fines militares entre 1791 y 1792. La única que se salvó fue Emmanuel, que permanecen desde 1685 hasta hoy en la torre sur, amenizando los grandes acontecimientos de la historia católica y civil de Francia (coronación de reyes, visita de Papas, fiestas litúrgicas como la Navidad) y del mundo (sonó al final de los dos guerras mundiales y el 11 de septiembre de 2001).
Tras la época revolucionaria, el templo volvió a profesar el culto católico en abril de 1802, gracias a un nuevo concordato. En 1804, tres años después de que Napoleón Bonaparte llegase al poder, el militar eligió Notre Dame para ser nombrado emperador por el papa Pío II. Finalmente, éste sólo lo bendijo, pues fue el propio Napoleón quien se coronó.
El edificio no sufrió más modificaciones ni refacciones hasta 1844, cuando el rey Luis Felipe I ordenó la restauración de la Catedral y la construcción de una sacristía. Se repusieron las estatuas destruidas a finales del siglo anterior, así como el pórtico principal, parte del tesoro y del mobiliario, se reparó por completo el órgano grande y se reconstruyó el capitel.
Durante la segunda mitad del siglo XX se le realizaron algunos arreglos y ahora, de cara a su cumpleaños, no podía faltar una lavada de cara: una nueva y mejor iluminación, reparación del órgano principal, la instalación de una plataforma exterior para admirar mejor la belleza gótica de la iglesia y, además, la fundición de ocho nuevas campanas, que se pondrán en lugar de las cuatro que están al servicio de Nuestra Señora desde el siglo XIX en la torre norte, y otra para acompañar a Emmanuel en la sur. Sólo los arreglos de los campanarios costarán 2,5 millones de euros (alrededor de 3,3 millones de dólares).
Tal vez sea una suerte que nueve siglos después se pueda pasear junto al río Sena por el muelle de Montebello, hojeando libros en los puestos de la calle, y sentir la presencia de Notre Dame. No sólo ha resistido al paso del tiempo, sino a la convulsa historia de París y a los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Según expertos de la Tate Gallery de Londres, Víctor Hugo, implicado en las importantes reformas del templo durante el siglo XIX, se inspiró en un maestro de obras jorobado para crear al personaje de Quasimodo. Quienes quieran subir a las torres desde las que él disfrutaba de una vista espectacular de la ciudad, tienen que abonar 8 euros de entrada. Ver la catedral por dentro es gratuito, sólo hay que hacer una larga cola, muchas veces bajo la persistente lluvia parisina.
El estilo gótico
Desde finales del siglo XII hasta buena parte del XVI, el estilo gótico imperó en gran parte de Europa, se expandió a Oriente con los cruzados y a América con los colonizadores. Es la evolución del arte románico, y todo lo contrario a éste: mientras en el primero los edificios son moles con pocos vanos y por tanto mucha sombra, en el segundo hay muchos ventanales con vidrieras que dejan entrar abundante luz.
El arco apuntado, más vertical, y la bóveda de crucería son elementos característicos de esta arquitectura que ayuda a la idea del artista de elevarse para llegar a Dios. Indispensable para sostener los muros más delgados son los arbotantes (imagen de arriba). Los cañones de desagüe son decorados con formas de animales y monstruos, las famosas gárgolas que contemplan París (abajo).
La catedral en 35 milímetros
De la vasta novela sobre Nuestra Señora de París que escribió Víctor Hugo, la historia del jorobado Quasimodo y la gitana Esmeralda es la que ha inspirado numerosas adaptaciones cinematográficas. La pionera, que lleva el nombre de la joven, es del año 1905, un trabajo de los franceses Alice Guy y Victorin-Hippolyte Jasset. La primera producción estadounidense es de 1917, The Darling of Paris. En 1923, 1939 y 1982 hubo otras versiones estadounidenses tituladas El jorobado de Notre Dame. En el filme del 82, el papel del hombre corcovado lo interpreta Anthony Hopkins (en la foto). Del año 86 es la película de animación australiana sobre este personaje. Diez años después apareció la de Disney, de la que salió la segunda parte en 2002. La última cinta francesa en torno a este argumento es la adaptación cómica Quasimodo d'El Paris (1999). También hay series de televisión, ópera y musical.
(*) Con información de notredamedeparis.fr, parís.es, artehistoria.jcyl.es, imdb.com Y EL PAÍS.COM.
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