Desde los tiempos más lejanos han existido seres humanos resueltos a aislarse de los demás para formar pequeños grupos de individuos, con el fin de alcanzar una vida más perfecta en todos los órdenes.
Dentro de esa gama de lineamiento alguna vez escuchamos citar los valores cooperativos sin, a su vez, darnos la oportunidad de precisar cómo definimos cada uno de ellos. A continuación se presenta un ejercicio de definición de conceptos.
El espíritu de la propuesta no es establecer definiciones rígidas sino más bien abrir la discusión sobre qué entendemos por cada uno de los valores. El trabajo de análisis parte del conjunto de valores aprobados por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en 1995, aunque para algunos autores la doctrina cooperativa trasciende los valores enunciados por dicha organización.
En la anterior edición de la revista Así se inició con el nuevo ciclo de aprendizaje del cooperativismo con el primer valor, en este número clarificaremos lo que la filosofía cooperativista entiende por responsabilidad.
¿Qué es?
La responsabilidad es aquel nivel de desempeño que demostramos en el cumplimiento de las actividades para alcanzar las metas, sintiendo un compromiso moral con los asociados.
Los asociados en una cooperativa son responsables de su creación, mantenimiento y de su desarrollo futuro y asumen un compromiso con el país en términos de solidaridad, humanismo y patriotismo.
Han transcurrido muchos lustros desde que el infatigable promotor social, -Robert Owen-, predicara y practicara sus creencias en la posibilidad de forjar un nuevo mundo con nuevos seres humanos, adornados éstos con las joyas espirituales de la solidaridad, de la tolerancia, del respeto al derecho de los demás y a las normas admitidas por la mayoría, de la honestidad, de la transparencia en sus acciones y más. Todavía no se ha logrado crear ese nuevo mundo y ese hombre nuevo con el cual soñaba Owen.
Sin embargo, algún progreso se ha logrado. Hoy en día existen hombres y mujeres que creemos en la solidaridad y en la cooperación para satisfacer algunas necesidades de trabajo, distribución y consumo de bienes y servicios, y ni qué decir de las otras exigencias de la naturaleza, como las de vivir en un clima social donde imperen la justicia y la libertad.
Importancia de la responsabilidad
La vida de una cooperativa es el resultado de diferentes decisiones que se asumen en el tiempo, sin duda que la eficiencia y la responsabilidad son ingredientes esenciales para que las organizaciones sean exitosas y organizadas. Las prácticas continuas van creando hábitos, los cuales se pueden convertir en grandes aliados o en los peores enemigos.
EDUCAR EN
VALORES
¿Por qué hacerlo?
* Berta Guevara
El ser humano es una subjetividad entretejida de socialidad, pues vive condicionado por la cultura que asimila a través del proceso socializador de los grupos a los cuales pertenece. Dicho proceso favorece el aprendizaje de valores, actitudes, creencias, hábitos necesarios en la persona para participar eficazmente como miembro: individual y/o grupal.
El aprendizaje de los valores se alcanza en la vida de relación con los demás; de esta manera, las relaciones interpersonales se convierten en las relaciones interpersonales se convierten en sí mismos, por medio de las interacciones que se crean con personas significativas, es decir, aquellas que dejan improntas importantes en la personalidad de sus alteregos.
La vida de relación con los demás surge originalmente en el grupo familiar y se amplía progresivamente con los demás grupos estructurantes de la sociedad. según Moleiro, identifica al menos cuatro colectivos que tienen gran influencia en la formación de nuestros valores: “la familia, la escuela, los medios de comunicación y el grupo de los iguales que varían según la edad”.
Los valores son parte del acervo cultural de nuestros mayores. Es la verdadera herencia que nos legaron nuestros: padres, maestros, o quienes ejercieron un rol significativo en nuestras vidas.
La educación en valores debe ser en forma continua y permanente con la responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la comunidad educativa. Esto ayuda a la formación integral del estudiante, quien requiere no solo la adquisición del conocimiento científico, sino también el aprendizaje de patrones culturales impregnados de valores, que lo ayuden a ser una persona útil para sí misma y para los demás.
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