martes, 24 de enero de 2012

Nacimientos increíbles

Sandra Grossi de Almeida, Sao Paulo, Brasil, 1999

Aquí el milagro no reside en el bebé, sino en la madre, Sandra Grossi. A San Fray Galvão, el primer santo brasileño, canonizado en 2007, se le atribuye el milagroso parto de Sandra Grossi, de 37 años, licenciada en química y madre también de una niña adoptada. Ella tenía un “útero bicorde”, un cartílago que se forma en medio del útero, separándolo en dos partes, lo que imposibilita el crecimiento del feto por falta de espacio, lo que le había causado ya tres abortos naturales.

Sandra comenzó a rezar las oraciones llamadas "píldoras de Fray Galvao". En la primera noche de la primera novena a Fray Galvão, la hemorragia paró y los dolores cesaron. Sandra reconoció este hecho: “Fue una señal de la intercesión de Fray Galvao por mí”. En el cuarto mes de gestación la sometieron a una cirugía para cerrar el cuello del útero. Sandra siguió encomendándose a Dios por intercesión de Fray Galvao. En el quinto mes de gestación se dio un riesgo de aborto a causa del tamaño del bebé.

Después de pasar por esa fase crítica, consiguió llegar a la 32ª semana de gestación, algo inimaginable para su caso. “Para los médicos parecía imposible pero no para Dios”, reconoce Sandra. También parecía inimaginable la conservación del útero tras el parto, ya que el cartílago imposibilitaría la expulsión de la placenta y la única salida sería una histerectomía (extracción total del útero). El parto fue por cesárea el 11 de diciembre de 1999. Enzo padeció al nacer un problema pulmonar grave, una de las principales causas de muerte entre los prematuros. Su madre volvió a encomendarse al futuro santo. Al pequeño le quitaron los tubos al día siguiente, algo que en casos similares sucede sólo después de varias semanas. Hoy Enzo es un niño sano. Y Fray Galvão fue canonizado en Brasil personalmente por Benedicto XVI en su viaje del 11 de mayo de 2007: el primer santo brasileño.

Begoña León, Madrid, España, 2000

De nuevo aquí el milagro se centra en la madre, no en el bebé. El hermano Rafael, hoy San Rafael de Arnáiz, uno de los patronos de la JMJ de Madrid, es el santo que intercedió por la madrileña Begoña León.

Todo empezó como una historia de Navidad, pero mala.

El 25 de diciembre de 2000, Begoña León Alonso, embarazada de siete meses, ingresó de urgencias al hospital madrileño Gregorio Marañón, donde le practicaron la cesárea. La niña estaba sana, pero Begoña sufría una tensión altísima llamada «eclampsia» y no creían que el corazón aguantara. Además, se le añadía un fallo hepático y tenía hemorragias internas. Fue ingresada en reanimación: sufría el infrecuente “Síndrome de Hellp”. “Yo oía decir, “corre, corre, que se nos va...” Pero no podía hacer nada”, explicó Begoña.

Una amiga, MARÍA Josefa González Cueva, muy devota del beato RafaeL, comenzó a rezar por ella. “Gracias a ella yo ya conocía al beato Rafael, me había dado alguna estampa y la novena, que rezaba mi madre”, relata Begoña. Rezaban también en la Trapa de Dueñas, antiguo hogar del monje. “Cuando pasó todo, los médicos me llegaron a decir que en aquellos momentos no daban por mí ni medio real”, asegura Begoña.

Pero como un regalo de Reyes, todo cambió el 6 de enero, cuando mejoró sin razón aparente. “Yo lo atribuyo a un milagro, pero no por el hecho de ser creyente, que lo soy, sino porque ningún médico ha sabido darme una explicación científica. Cuando salí del hospital y les di las gracias, me dijeron “nosotros no hemos hecho nada, Begoña, has sido tú”. Yo estoy convencida de que fue el beato Rafael”, asegura. Fue canonizado el 11 de octubre de 2009.

GIANNA MARÍA ARCOLINO, BRASIL, 2000

Santa Gianna Beretta está destinada a ser una de las más populares santas "comadronas", que ayuden a las parturientas y sus bebés. Por un lado, ella era doctora y madre de familia en pleno siglo XX. Por otro, murió en 1962 por salvar a su bebé, retrasando unos tratamientos. El milagro que concedió a Gianna María Arcolino llegó apenas unas semanas después del de Begoña León en Madrid.

Elisabete Comparini, brasileña, tenía tres hijos y quedó nuevamente encinta en 1999. Pero perdía mucha sangre y el 11 de febrero del 2000, a las 16 semanas de gestación, tuvo pérdida completa del líquido amniótico. Los doctores le recomendaron un aborto para evitar riesgos de infección para ella. Primero con suavidad, luego con insistencia. Según los médicos, la posibilidad de supervivencia del niño en esas circunstancias era cero.

Pero Elisabete y su marido decidieron seguir adelante con el embarazo. Apareció por el hospital el obispo diocesano de Franca (Brasil), que les había casado, y su párroco... para darle la unción de los enfermos. Pero el obispo le dio además información sobre la beata Gianna Beretta, cuyo milagro de beatificación había sido curar a una parturienta tras una gravísima cesárea. Y el matrimonio y muchos más rezaron a la doctora Beretta.

Las semanas pasaron y la niña, contra toda lógica, seguía viva sin líquido amniótico... y así estuvo 16 semanas. Llegada la semana 32, el 31 de mayo del 2000, Elisabete fue operada y trajo al mundo una niña sana, que se llama Gianna María. La doctora Beretta fue canonizada el 16 de mayo de 2004.

PIETRO SCHILIRO, MILÁN, ITALIA, 2002

Louis Martin y Marie-Celie Guerin de Martin, los padres de Santa Teresita de Lisieux, perdieron a cuatro de sus nueve hijos cuando aún eran niños. Por eso es significativo el milagro que los elevó conjuntamente a los altares como beatos: la curación del bebé italiano Pietro Schiliro. Pietro nació en Milán el 25 de mayo de 2002, el quinto hijo de Walter y Adele Schiliro.

El bebé no podía respirar: "malformación congénita caracterizada por una grave subversión de estructura pulmonar". No podía respirar ni podría hacerlo nunca, según la ciencia. En teoría debía morir de un momento a otro, y cuando cumplió una semana fue bautizado de urgencia. Ese día, el sacerdote carmelita Antonio Sangalli recomendó a los padres de Pietro rezar una novena a los padres de Santa Teresa, con amigos y conocidos. Muchos se sumaron a la oración... y a partir del 29 de junio el niño mejoró. El 27 de julio estaba en casa. La beatificación conjunta se celebró el 19 de octubre de 2008 en Lisieux, con la presencia de Benedicto XVI (y del actual Ministro de Interior español, Jorge Fernández Díaz, devoto de la pareja).

Rafael de Jesús Barroso Santiago, Xalapa, México, 2002

Desde 2006, San Rafael Guízar es el primer obispo mexicano santo. Su oración desde el Cielo curó al hijo de Valentina Santiago y Enrique Barroso, de Xalapa. A los 7 meses de embarazo, los médicos dieron la noticia a Valentina: el niño nacería con labio leporino y paladar hendido. "Nos encomendamos mucho a Rafael Guízar para pedirle su intercesión para que mi hijo naciera sano", rememora Valentina. "Nunca nos cansamos de pasar a la tumba de Rafael Guizar en la catedral", dice la madre de Rafael. "Mis padres siempre fueron muy devotos a monseñor y nos inculcaron eso, venerarle y pedirle cualquier milagro", agrega la mujer.

El 2 de marzo de 2002, su vástago nació completamente sano para sorpresa de los médicos. "Por eso mi hijo se llama Rafael de Jesús", declara Enrique. Luego el postulador de la causa "nos pidió las pruebas, los dos ultrasonidos y un video, preguntó al radiólogo del ultrasonido y se basó en eso para comenzar a investigar más". El obispo Rafael Guízar fue canonizado el 15 de octubre del 2006.

Son sólo algunos de los casos asombrosos del siglo XX y XXI, médicamente acreditados ante la Congregación para la Causa de los Santos, casos que implican a madres y bebés en la era de la tecnología pre-natal, las ecografías y, tristemente, del aborto provocado.

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