Verdaderamente, las cooperativas son una muestra de ejemplaridad, van más allá del afán de lucro, desarrollan estrategias de viabilidad y autoayuda, métodos justos de distribución, crean sistemas de mercado y abastecimiento con la participación ciudadana, jugando un papel transcendental sobre todo en tiempos de declive o retrocesos. Por ello, pienso que tenemos que impulsar mucho más las cooperativas.
A mi juicio, la actual crisis financiera en el mundo, en parte, es producto de la dominación absoluta de los mercados, del poder de un modelo en el que se privatizan las ganancias mientras se socializan, entre la clase más humilde, las pérdidas. Estoy en contra del engaño permanente de un modelo capitalista injusto que no entiende nada más que de acrecentar las diferencias entre ricos y pobres, de fomentar la exclusión y de promover el retorno al servilismo y a la esclavitud.
En cambio, una empresa cooperativa es, sencillamente, una búsqueda colectiva de sustento, que intenta humanizar los resultados con un reparto equitativo. Pero, por desgracia, hemos ido construyendo un sistema que considera el beneficio como algo vital, cuando lo fundamental es que pongamos todo al servicio del ciudadano, incluida la propia economía.
Considero, pues, que todavía tenemos mucho camino por recorrer ante los males de un sistema de producción inhumano, que no entiende de solidaridades en el campo del trabajo y tampoco de diálogo. Realmente, todo suena a especulación. Los adinerados tienen un poder inmune e inmenso, frente a todo y frente a todos. No se puede consentir este dominio absoluto. Se deben promover otros modos y maneras de actuar y de vivir. Hoy, el capitalismo de mercado, juega con el ser humano como jamás. Su amenaza más grande proviene de su propia manera de actuar.
Por consiguiente, hay que buscar nuevas fórmulas para un mundo global, y el cooperativismo, centrado en las personas y entendido como expresión económica de la democracia, puede ser una ventana a la luz; no en vano, busca desarrollar al ser humano en los valores de la cooperación, de la igualdad, de la justicia, del respeto y del trabajo conjunto.
En consecuencia, debemos alentar a los gobiernos a crear mayor conciencia ciudadana sobre la contribución de las cooperativas al desarrollo humano y, por ende, al logro de una globalización más justa, creando oportunidades para todos.
Mensaje de Ban Ki-moon en el Día de las Cooperativas
Vivimos tiempos de incertidumbre mundial. Múltiples crisis y desastres naturales ponen a prueba incluso a las economías y comunidades más robustas. El Día Internacional de las Cooperativas constituye una oportunidad anual para recalcar que las cooperativas pueden contribuir a aumentar la resiliencia en todas las regiones y todos los sectores económicos.
En el transcurso de las actuales crisis económicas y financieras mundiales, las cooperativas financieras han demostrado su fortaleza y resiliencia, en beneficio de sus miembros, empleados y clientes. Han mantenido altas calificaciones crediticias, han aumentado sus activos y su volumen de negocios y han ampliado su base de miembros y de clientes.
Tras producirse desastres como terremotos, tsunamis e inundaciones, las cooperativas han evidenciado su capacidad para movilizar la solidaridad necesaria para la reconstrucción. Las cooperativas agrícolas mejoran la productividad de los agricultores al facilitar el acceso a los mercados, el crédito, los seguros y la tecnología. Las cooperativas sociales pueden proporcionar un amparo crucial en contextos en que la asistencia pública va en declive o es mínima. También han demostrado tener un potencial considerable para empoderar a los jóvenes y aliviar la crisis mundial del empleo juvenil, que es cada vez más grave.
En este Día Internacional de las Cooperativas, hago un llamamiento a los gobiernos para que promuevan políticas que apoyen y fomenten las cooperativas, para que puedan contribuir activamente al desarrollo inclusivo y sostenible.
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