China, el país más poblado del mundo, cuenta cada vez con menos trabajadores para su producción
En un país con 1.400 millones de personas y una fuerza laboral de unos 937 millones de trabajadores no debería haber escasez de mano de obra y, sin embargo, China la está padeciendo.
En septiembre del año pasado una compañía en Shangdong, en el noreste del gigante asiático, llamó al municipio por un pequeño problema: le faltaban 19.000 empleados para poder llegar a tiempo con una orden.
En diciembre, en el corazón exportador de China, Guangdong, los fabricantes se encontraron con serias dificultades para reclutar personal para la producción de juguetes, jeans y productos electrónicos en la época navideña.
Según el académico chino Shujie Yao, de la Universidad de Nottingham en Reino Unido, se trata de un problema "estructural" de la economía china con profundas consecuencias.
"La fuente ilimitada de mano de obra barata, que fue uno de los pilares del crecimiento de las últimas décadas, se está agotando. Esto ha influido en el incremento del costo laboral, debido a los aumentos salariales y a cambios en la migración interna china, que es clave en la estructura laboral", señaló a BBC Mundo Shujie Yao.
La migración interna
El espectacular crecimiento chino de las últimas décadas fue de la mano de un fenómeno menos observado: una gigantesca migración interna en busca de trabajo.
Se calcula que hay unos 250 millones de trabajadores migrantes: un 26 por ciento de la población económicamente activa. Esta mano de obra, compuesta básicamente por campesinos, está experimentando un cambio generacional.
En los 80 y 90 constituían una fuerza laboral sumisa. Hoy los hijos de esa primera camada son diferentes: tienen más educación, más aspiraciones, menos paciencia.
A este cambio se añadieron dos políticas impulsadas por el gobierno y profundizadas a partir de la crisis económica mundial 2008-2009.
El "milagro chino" se había basado en un modelo exportador centrado en la costa, cuyo desarrollo contrastaba con la pobreza del interior del país.
En 2000 el gobierno comenzó una estrategia para el desarrollo del interior con inversiones masivas en seis provincias, cinco regiones autonómicas (entre ellas las conflictivas Tibet y Xinjiang) y una gigantesca municipalidad de cerca de 30 millones de personas, Chongqing.
En 2010 el Congreso del Partido Comunista aprobó oficialmente el pasaje de una economía basada en las exportaciones a otra con más énfasis en el consumo interno que, por su naturaleza misma, requiere consumidores con poder adquisitivo.
"La migración sigue siendo muy grande, pero ahora mucha gente prefiere quedarse en su lugar de origen donde las fábricas pagan menos, pero tienen más beneficios sociales", señala Shuijie Yao.
El creciente costo laboral de la costa contribuyó a que muchas multinacionales se acoplaran al plan de desarrollo del interior en busca de mano de obra más barata.
La ventaja es clara. Mientras el salario mínimo en algunas zonas menos desarrolladas ronda los 1100 yuanes (unos 180 dólares), en Shenzhen, cerca de Hong Kong, es de 1.500 yuanes.
A pesar de esta ventaja comparativa, en el interior ha habido problemas de reclutamiento. Una compañía que desplazó parte de su producción al interior, Foxconn (envuelta en una polémica por el suicidio de 13 trabajadores), se ha visto obligada a emplear estudiantes de las Escuelas Técnicas para cubrir sus huecos laborales.
La multinacional taiwanesa tiene en total más de un millón de trabajadores: un 3 por ciento son estudiantes interinos.
Según el ministerio de Educación de China, el número total de estudiantes que trabajan como interinos ronda los ocho millones.
Yantai, la compañía del noreste de China citada al principio de este artículo, cubrió sus necesidades de 19.000 trabajadores con estudiantes interinos.
Uno de los problemas de los trabajadores migrantes es el permiso de residencia o Houkou que rige para la migración rural y determina el acceso a la salud y educación.
"Antes los trabajadores no tenían muchas opciones, salvo la migración. Lo hacían por necesidad pero eran muy discriminados tanto en relación a la vivieda, como la salud y educación de sus hijos. Si esto cambiara tendrían más motivos para migrar", señala Shuijie Yao.
A pesar de algunas tímidas reformas del Houkou, por el momento las autoridades siguen manteniéndolo por el mismo temor que llevó a Mao Zedong a instaurarlo en 1957: el de una invasión rural de las ciudades.
La reforma del Houkou podría ser insuficiente ante la presencia de un fenómeno demográfico que puede cambiar el rostro de China.
Según informó el 18 de enero la Oficina Nacional de Estadísticas, la población económicamente activa (entre 16 y 60 años) disminuyó en casi cuatro millones de personas entre 2011 y 2012.
"Es la primera vez que pasa esto. Hay opiniones diferentes sobre el significado que puede tener y si se está acabando el llamado dividendo demográgico que ha impulsado el crecimiento de China. Es un fenómeno al que debemos prestar mucha atención", señaló Ma Jiantang, jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas.
La tasa de nacimiento tiene una tendencia a decaer a medida que los países se vuelven más prósperos, pero en China este dato se ve enturbiado por la política del hijo único que han seguido las autoridades por años.
Las proyecciones de los demógrafos apuntaban a que a mitad de la década se produciría el descenso de la población económicamente activa.
El hecho de que este fenómeno comenzara a notarse en 2012 muestra que es una tendencia que se ha acelerado. Según le indicó al diario británico Financial TimesVincent Chan, economista del Credit Suisse en China, esta tendencia obligará a un cambio de modelo.
"La mayoría de los países tienen que actualizar su modelo y aumentar la productividad cuando se encuentran con una población que empieza a declinar. El incremento salarial, un mayor uso de la tecnología y la producción de objetos de mayor calidad van a ser una tendencia en China", señaló Chan.
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