La icónica Grand Central Terminal de Nueva York celebrará el próximo sábado su primer siglo de historia, en el que se ha convertido no sólo en una estación de trenes, sino en una joya arquitectónica, un plató de cine, un centro comercial y en un punto de encuentro para neoyorquinos y turistas.
Tras más de diez años de obras, la estación que conecta la Gran Manzana con sus localidades vecinas abrió sus puertas al público un 2 de febrero de 1913 y durante un siglo ha conseguido conservar su estilo y aumentar su popularidad.
“Es un edificio precioso y útil para la gente. No es sólo eficiente, sino también elegante”, destacó a EFE el historiador de arquitectura y miembro de la comisión de conservación de monumentos de Nueva York Matt Postal.
Pese a que ahora es uno de los símbolos de la ciudad de los rascacielos, la estación de ferrocarril más grande del mundo ha tenido que lidiar con diferentes obstáculos a lo largo de los años, como el del “boom” del automóvil en la década de los años 50 que puso en peligro su futuro.
La terminal, situada en el cruce de la calle 42 y la Park Avenue, se construyó por la necesidad de soterrar las vías y jubilar los trenes de vapor, pero con la eclosión del coche y el aumento de los precios del suelo de Manhattan durante la década de 1960 se contempló la posibilidad de derribarla.
No obstante, consiguió resistir y seguir de pie gracias principalmente a la lucha que lideró la ex primera dama estadounidense Jacqueline Kennedy Onassis, quien utilizó su poder social para salvar el edificio que posteriormente fue declarado monumento histórico.
“Es un edificio excepcional, como estación de transporte público del área metropolitana y por su conservación histórica gracias a que en 1978 el tribunal supremo de los Estados Unidos se pronunció para protegerlo”, explicó Postal. Para rescatar la estación de su complicada situación financiera, se incluyeron zonas comerciales en su interior y se vendió el edificio que se había construido en su parte trasera, ahora el rascacielos MetLife.
Con la zona comercial la terminal se convirtió en mucho más que una estación de trenes, pues muchos turistas y neoyorquinos se acercan hasta allí para comprar en sus tiendas, comer en sus restaurantes o adquirir en su mercado algún producto culinario selecto.
Está en el top ten
Gente Por esta “catedral urbana” transitan más de 45 millones de viajeros al año y está entre el top ten de los lugares más visitados en el mundo.
Construcción La idea fue de un ingeniero de Buffalo, William Wilgus, quien tras un grave accidente entre dos trenes que provocó la muerte de 15 pasajeros en 1902 propuso reemplazar el caótico tendido de la calle 42 con nuevos trenes eléctricos. Era la estación más grande del mundo, con 44 andenes y 67 vías.
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