El pueblo en la calle ha sido siempre el instrumento fundamental para cambiar la historia. Desde la revolución francesa hasta la americana, la rusa o la mexicana, el levantamiento contra el comunismo en la Europa del Este o las marchas por los derechos civiles en EEUU.
Durante 2011 ha reaparecido con energía desconocida desde hacía décadas y, aunque con disparidades, dudas y contradicciones, se ha consolidado un movimiento que encierra un considerable potencial transformador. Eso es lo que ha querido valorar la revista Time al nombrar a “El Manifestante” el personaje del año.
El origen de ese movimiento y su máxima expresión son las manifestaciones surgidas hace exactamente un año en Túnez, que dieron lugar a la primavera árabe, que ya ha provocado la caída de cuatro dictadores y tiene en jaque a varios otros.
Pero su onda expansiva se ha sentido en casi todo el mundo, con una especial intensidad en España y protestas de diversa magnitud en otros países de Europa, América Latina, EEUU y, recientemente, en Rusia.
En la sociedad árabe esta movilización tenía un objetivo claro —la democracia— y ha producido resultados inmediatos. En el resto del mundo sus propósitos son más dispersos y sus consecuencias más impredecibles, pero igualmente han servido para reflejar la frustración, especialmente de los jóvenes, con modelos políticos que no satisfacen sus exigencias democráticas ni les sirven para realizarse plenamente.
La primavera árabe, los indignados de Madrid, Ocupa Wall Street o los estudiantes chilenos, entre otros protagonistas, tienen muchas diferencias. Unos luchan por lo que a otros les parece insuficiente. Como afirma Time, “los manifestantes en Medio Oriente y el norte de África están literalmente muriendo para conseguir un sistema político parecido al que consideran intolerablemente antidemocrático en Madrid, Atenas, Londres o Nueva York”.
Pero todos han servido por igual para alertar a las clases dirigentes de cada de uno de esos países de que las cosas no se pueden seguir haciendo en la forma, frecuentemente abusiva y desconsiderada, en que se han hecho hasta ahora, y que el capitalismo sin límites que tenía a todos contentos en la época de la abundancia no es un sistema válido para esta nueva era de escasez. La riqueza se ha hecho impopular, incluso en Wall Street, y las vías para alcanzarla están sometidas de una moral floreciente, aún mal definida, pero más estricta.
Este fenómeno de protesta global comparte también sus principales instrumentos de movilización —los nuevos medios de comunicación y redes sociales— y ciertas características organizativas, como la ausencia de líderes. Esto, aunque oscurece el movimiento y compromete su futuro, lo hace más integrador y potencia su imagen de pureza.
La idea misma de liderazgo está actualmente en cuestión. Barack Obama fue el último político que movilizó masas, pero algunos de sus seguidores acabaron acampando en Zuccotti Park. “En todos los sitios este año”, asegura Time, “el pueblo se ha quejado por el fracaso de los líderes tradicionales y la irresponsabilidad de las instituciones. Los políticos no ven más allá de las próximas elecciones y se niegan a tomar decisiones difíciles. Ésta es una de las razones por las que no elegimos a un individuo este año. El liderazgo ha venido desde el fondo de la pirámide, no desde la cumbre”.
Hay muchas personas que merecen una cita especial en una ocasión como esta, empezando, sin duda, por Mohamed Bouazizi, el vendedor ambulante de Túnez que se inmoló en defensa de su dignidad. Pero Time ha preferido resaltar el esfuerzo colectivo.
Héroes anónimos
Hay personas que merecen una cita especial, empezando, sin duda, por Mohamed Bouazizi, el vendedor ambulante de Túnez que se inmoló. Pero Time ha preferido resaltar el esfuerzo colectivo. El País
Varios en carrera
Entre los finalistas de este año para “personalidad del año” de Time se encontraban Kate Middleton, esposa del príncipe William, y el almirante William McRaven, comandante del grupo SEAL de EEUU que eliminó a Osama bin Laden. AFP
Homenaje a luchadores anónimos
“De la Primavera Árabe a Atenas, de ‘Ocupemos Wall Street a Moscú’”, afirma en su portada la revista Time, que muestra un joven con la mitad inferior de su rostro cubierto por un pañueño.
El editor de la revista, Richard Stengel, quien anunció el resultado en el programa Today show de la cadena NBC, explicó que la decisión rinde homenaje a “los hombres y las mujeres de todo el mundo, en particular de Oriente Medio, que derribaron gobiernos y llevaron un sentido de democracia y dignidad a gente que no lo tenía antes”.
“Ésta es gente que ya está cambiando la historia y que cambiará la historia en el futuro”, agregó Stengel. “Pensábamos que esos dictadores no iban a ser derrocados. Y entonces esta gente arriesgó su vida, arriesgó su hogar, su subsistencia, para salir a la calle y traer un cambio que nadie había esperado. Es realmente algo transformador y creo que está cambiando el mundo para mejor”, insistió el editor.
“Hay un contagio de protestas (...). Porque Irán anticipó lo que iba a pasar en el mundo árabe y lo que sucedió en el mundo árabe influenció Ocupemos Wall Street y Ocupemos Oakland y las protestas en Grecia y Madrid”, señaló Stengel. Ésos son los argumento de por qué no se individualizó.
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