El cubano Félix Guirola construyó su primera bicicleta gigante con la idea de recaudar dinero para su hermana discapacitada, pero el proyecto se volvió hobby y ahora su meta es ingresar al Libro Guinness de los Récords pedaleando a ocho metros de altura por las calles de La Habana.
En su humilde casa de la calle Amargura de La Habana Vieja, este hombre de 48 años armó un pequeño taller donde trabaja con fierros y partes de bicicletas después de su jornada laboral, para cumplir su sueño de lograr una plusmarca mundial reconocida internacionalmente.
"Yo nunca fui ciclista, lo que me gusta es montar bicicletas en altura", dice Guirola a la AFP, tras pasear en una bicicleta de casi seis metros de altura que el mismo construyó por el Paseo del Prado, donde está el Capitolio de La Habana, réplica casi exacta del emblemático edificio del Congreso de Washington.
Sorprendidos peatones, automovilistas, turistas, policías y conductores de 'bicitaxis' alzaron la cabeza para ver a este exboxeador amateur y exsoldador convertido en "cuentapropista" (trabajador privado o por cuenta propia) pedaleando en su extraña bicicleta gigante por esa concurrida arteria.
Guirola miraba a todos hacia abajo, incluso a los visitantes extranjeros que recorrían la ciudad en autobuses descubiertos de doble piso, y necesitó la ayuda de tres hombres para subir y bajar velozmente de su bicicleta.
"No sé si esto les interesa a los cubanos pero a mí sí, éste es mi hobby", explica Guirola, quien planea construir dos bicicletas en las próximas semanas, una de ocho metros de altura y otra de 12 metros, con las que confía en entrar al Guinness.
"Ya con ésta tengo el récord", dice aludiendo a su actual bicicleta de 5,6 metros, cinco centímetros más alta que la del canadiense Terry Goertzen que, desde el 26 de junio 2004, ostenta el récord Guinness.
Guirola afirma que tuvo el récord mundial de la bicicleta más alta desde 1987 hasta 2004, pero nadie se enteró, pues solo conocían de sus pedaleadas en altura sus vecinos de Ciego de Avila, una pequeña provincia agrícola del centro de Cuba.
"Nadie me dijo nunca nada, nadie me informó que era recordista", dice con desazón.
Armó su primera bicicleta de casi dos metros de altura en 1983, con la que pensó recaudar dinero para ayudar a su hermana discapacitada, que falleció en 1994.
En noviembre de 2011 se mudó a la capital para conseguir apoyo en su empeño de entrar al libro de los récords, mientras se gana la vida como "vendedor de artículos varios de uso en el hogar", una novedad en un país donde hasta hace poco casi todos eran empleados del Estado.
La mujer de Guirola, Francisca Acosta, piensa él tiene una "obsesión" con las bicicletas gigantes, pero lo apoya en su empeño de entar a la colección de hazañas del Guinness.
"Yo le digo a veces que es como una obsesión lo que él tiene con eso, porque es a toda hora bicicleta, porque cada día que pasa aumenta un poco más (la altura). Yo solo le digo que se cuide y le deseo suerte en su propósito", dice Acosta a la AFP.
Guirola va cada día a dejar a su mujer al restaurante donde ella trabaja en una bicicleta de casi dos metros de altura, con la que debe esquivar no solo a los automóviles, sino también los innumerables baches de las calles.
"Al principio me sentía como un poco extraña, no estaba acostumbrada a este tipo de bicicleta, a esa altura, hasta que poco a poco él me fue convenciendo", cuenta la mujer.
Guirola sólo puede andar en su bicicleta de 5,6 metros en las grandes avenidas de la capital, porque las callejuelas de La Habana Vieja están atravesadas por una infinidad de cables eléctricos que le impiden pedalear en altura.
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