Para los jóvenes, la diversión y las bebidas van de la mano. Pero poco saben de los efectos sobre el hígado y otros trastornos de los que pueden ser víctimas. Qué dicen los especialistas
Entre los más jóvenes, el consumo de bebidas alcohólicas no sólo es extendido, sino que es abusivo, dado que la ebriedad es entendida como un sinónimo de diversión. Sin embargo, más allá del peligro de un coma o de las posibilidades de sufrir vómitos y dolores de cabeza, los especialistas advierten de que esta práctica social puede provocar graves problemas de salud en los adolescentes.
El efecto más común, y menos visible, es sobre el hígado. "Los menores de 16 años tienen el órgano inmaduro, por lo que metabolizan más lentamente el alcohol, llevando esta situación a una intoxicación alcohólica mayor en comparación con el adulto", explica la coordinadora de Pediatría del Swiss Medical Center, la argentina Valeria Blumetti, consultada por Infobae América.
"El hígado, a su vez, se ve afectado, pudiendo provocar desde un aumento de las enzimas hepáticas (hepatitis) hasta cirrosis hepática", añade. Según detalla a Infobae América la doctora del Grupo de Trabajo sobre Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría Graciela Morales, esto se debe a que la enzima responsable de la metabolización del alcohol -la aldehído deshidrogenasa hepática- empieza a funcionar entre los 14 y 16 años, inducida por las hormonas sexuales de la pubertad.
La "madurez hepática" recién se alcanza entre los 18 y 20 años. "El alcohol pasa así más rápidamente al sistema nervioso central, provocando la sintomatología clásica que comienza con una fase de excitación, sigue con la de embriaguez y finaliza con el coma. Los adolescentes llegan en menos tiempo a la intoxicación alcohólica aguda y con menor cantidad de bebida", señala la experta.
Pero este no es el único problema asociado con el consumo precoz de alcohol. "Es causa de diversos tipos de lesiones, trastornos mentales y de la conducta, problemas gastrointestinales, cáncer, enfermedades cardiovasculares o trastornos inmunológicos", especifica Blumetti. "El alcohol produce hipoglucemia (disminución de azúcar en sangre), que también daña el funcionamiento cerebral", agrega Morales.
Y aunque los adolescentes sean más propensos a ingerir alcohol, el comienzo de esta práctica ya se registra desde los 10 años, de acuerdo con los especialistas. "El riesgo de daño del sistema nervioso central es muy alto si pensamos que, al no poder metabolizarse, el alcohol produce efectos directos a ese nivel", informa Morales.
¿Y si beben con moderación?
A diferencia de lo que se cree, la bebida moderada entre los menores de 16 años no es una verdadera solución porque no exonera de los problemas hepáticos. De todas formas, es preferible a un abuso del alcohol.
El efecto de embriaguez no solo es más rápido entre los adolescentes, sino que la eliminación también es más lenta. "Un adulto de 70 kg requiere de dos horas para eliminar de su organismo el alcohol de dos copas de vino. Los adolescentes tardan más", sostiene Valeria Blumetti.
"Los adolescentes beben grandes cantidades y es habitual que lo alternen con las llamadas bebidas energéticas, que retardan la aparición de los síntomas de la borrachera pero no la neutralizan", afirma, por su parte, Graciela Morales.
La especialista concluye que lo mejor es no ingerir alcohol hasta después de los 20 años, "por la madurez enzimática y porque los jóvenes alcanzan ya una cierta madurez psicoemocional que les permite medirse por sí mismos".
Pero dadas las presiones sociales, lo importante es ser conscientes del daño que se puede estar causando al organismo para cuidarlo y para, al menos, regular la cantidad de bebida que se consume.
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