martes, 29 de enero de 2013

Roma, una simbiosis de historia y fe

Roma, la Ciudad Eterna, alterna su fe con aquella reconocida elegancia imperial nutrida por la historia que ha acumulado en muchos siglos; todo esto le confiere una identidad propia y a la vez única dentro del mundo cristiano.

Esa sensación de unidad (historia-fe) se percibe no solo en su fastuosa arquitectura, sino en la impresión de los miles de peregrinos que llegan a diario. Se calcula que algo más de 30.000 visitantes por día reciben la vibración de esta milenaria ciudad que vale la pena conocer.

Roma se asienta sobre cuatro colinas que son lugares estratégicos donde se construyeron monumentos, basílicas y especialmente los castillos de los emperadores y papas, quienes, desde la fortaleza de sus atalayas, controlaban el desarrollo de la ciudad y el accionar de todos sus habitantes.

Recorrer sus calles es revivir y disfrutar una historia de 3.000 años en una especie de túnel del tiempo, que puede llevar al visitante a los primeros momentos de la República con sus luchas intestinas entre patricios y plebeyos, hasta su liberación de los nazis por parte de los aliados en 1944, pasando por las consabidas rivalidades entre Mario y Sila, Pompeyo y Julio César, Marco Antonio y Octavio, con la dinastía Julio-Claudia, que otorgó a Augusto el título de ‘Imperator’, su caída en el 476 cuando ya no era siquiera la residencia de los emperadores. Codiciada en la Edad Media y saqueada en 1527 por las tropas de Carlos V, Roma es, por mencionar algo, un centro permanente de interés; allí convergen todos y se puede constatar lo que alguna vez se estudió por obligación o se leyó por curiosidad.

En el Vaticano, el ingreso a la plaza de San Pedro genera toda una gama de sensaciones: asombro ante la belleza de sus cuadros y estatuas, admiración ante lo majestuoso de sus detalles arquitectónicos y satisfacción por la imponencia que despliega cada recodo, cada estructura. En un vistazo ascendente es inevitable detener la mirada en ese amplio ventanal a través del cual, por siglos, los papas han saludado a sus feligreses, los han bendecido y han anunciado eventos trascendentales del mundo católico.

Luego de un primer vistazo a la plaza, la expectativa nos conduce hacia el centro histórico. En ese excitante recorrido por Roma y el Vaticano, acompañamos a la delegación de estudiantes cruceños, promoción 2012 del Colegio Madre Vicenta Uboldi; que fueron recibidos en audiencia por el papa Benedicto XVI y gozaron de la guía de la hermana Elena Galli, con la que además de visitar la basílica de San Pedro, también recorrieron las de San Juan de Letrán, San Lorenzo de Extramuros, San María la Mayor y San Pablo.

Pero el que llega a Roma, no puede dejar de visitar el Foro Romano, el Coliseo, y disfrutar de sus fuentes y plazas. Son destinos que, por supuesto, exigen al visitante el tiempo necesario para deleitarse y a su vez, rencontrarse con los símbolos de la fe, todos ellos representados en templos que constituyen verdaderos testimonios del arte religioso y muestran el paso por la vida de personajes insignes, santos, beatos y papas.

En todos estos recintos se percibe y admira el influjo de congregaciones religiosas de renombre, como es el caso de los franciscanos, benedictinos, agustinos, jesuitas, dominicos y otros encargados del cuidado de todo este legado. Junto a cada monumento, está la presencia de una acción pastoral y cultural encaminada a impulsar la vocación religiosa.

El transitar por todas las vías romanas y las visitas a sus basílicas despierta en el espíritu del creyente católico una sensación de rencuentro, no solo con su esencia espiritual, sino también con relevantes eventos de la historia del mundo.



Punto neurálgico del vaticano
La plaza de San Pedro es el punto de convergencia para fieles de los cinco continentes y lugar para apreciar y valorar diferentes estilos artísticos y religiosos. A cielo abierto, este espacio forma una elipse perfecta circundada por las majestuosas columnas de Bernini. Se trata de 244 columnas alineadas en cuatro filas y coronadas por 140 estatuas de santos y mártires.




San Pedro es centro de la fe católica
La basílica está coronada por la grandiosa cúpula realizada por Miguel Ángel que puede ser vista desde cualquier lugar de la ciudad. Se apoya sobre un tambor en el que se abren 16 ventanas. Se puede subir a ella para disfrutar desde allí, del extraordinario panorama que ofrece la ciudad.

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