martes, 30 de abril de 2013

Los mártires de Chicago

El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables que iniciaron la huelga en Chicago, y que fue reprimida brutalmente por la policía, siendo luego reducido el número a 8. Pese a que el juicio fue en todo momento una farsa y se realizó sin respetar norma procesal alguna, la prensa amarilla sostenía la culpabilidad de todos los acusados, y la necesidad de llevarlos a la horca.

Aunque nada pudo probarse en su contra, los ocho de Chicago fueron declarados culpables, acusados de ser enemigos de la sociedad y el orden establecido. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.

PRISIÓN

• Samuel Fielden (inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil, condenado a cadena perpetua).

• Oscar Neebe (estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a quince años de trabajos forzados).

• Michael Schwab (alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua).

MUERTE EN LA HORCA

El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de:

• George Engel (de origen alemán, 50 años, tipógrafo).

• Adolf Fischer (alemán, 30 años, profesión periodista):

Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno... pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente. Lo digo bien alto: dispongan de mi vida.

Adolf Fischer

• Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana Lucy González Parsons, aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente).

• August Vincent Theodore Spies (alemán, 31 años, también periodista):

Que se sepa que en el estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia.

Hessois Auguste Spies

• Louis Lingg (alemán, 22 años, carpintero) para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda:

Se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!

Louis Lingg

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