El auge de los vinos argentinos, con epicentro en las bodegas de la región de los Andes, llegó a Buenos Aires con el primer hotel dedicado a la cata, un establecimiento boutique a pasos del histórico barrio porteño de San Telmo.
Las Cepas Hotel de Cata & Relax es un emprendimiento de Daniel Liev y Lorena Bragoni, que combina el hotel con un restaurante, un spa, una sala cultural y una cava virtual donde se organizan cursos de cata de vinos.
Cerca del centro de la ciudad y en medio del polo gastronómico delimitado por las calles Venezuela, México y San José, Las Cepas agrega su propio restaurante, Caladoc, en parte cubierto y en parte situado sobre un patio interior junto a la piscina-jacuzzi. Caladoc es el nombre de una cepa de uvas tintas procedentes del sur de Francia, que se cultiva en una sola bodega argentina.
Por su parte, las 22 habitaciones llevan nombres de otras cepas famosas, como Merlot o Malbec, el más emblemático para los vinos producidos en la cordillera argentina.
La propuesta del restaurante -a cargo del argentino Carlos Maldonado y la ecuatoriana María Eugenia Bravo de la Cruz- es de cocina argentina, sobre todo del noroeste (región andina de raíces indígenas), la Patagonia y Córdoba.
Cada plato servido en Las Cepas -el único hotel de vino urbano que existe en la Argentina, ya que los demás se encuentran en la zona de bodegas, en provincias como Mendoza, Salta y Neuquén- se marida con vinos seleccionados de la cava El Misterio de Baco, que ofrece vinos de calidad de pequeños productores de todo el país.
En total, la cava ofrece unas 450 etiquetas de 50 bodegas, algunas instaladas en regiones vitivinícolas tradicionales, como Mendoza, Salta y San Juan, y otras “alternativas” como Entre Ríos o San Luis. Asimismo, en Las Cepas se pueden probar los “vinos garage”, es decir -como explica Liev- “vinos producidos por enólogos en cantidades muy pequeñas, a veces unos pocos miles de botellas.
Luego algunos crecen en cantidad y se convierten en vinos de autor”. Porque al fin y al cabo, como recuerda un proverbio en la escalera del hotel, según un proverbio latino “hay cuatro razones para beber: la llegada de un huésped, la sed presente o futura, la calidad del vino y cualquier otra razón”.
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