Tener un hijo varón y gozar de un supuesto prestigio en una sociedad con marcado tinte machista, como es el caso de la vietnamita, mantienen viva la poligamia en este país indochino pese a que se prohibió hace más de medio siglo. “Antes era habitual que muchos hombres tuviesen varias mujeres”.
“Era legendario el número de concubinas de algunos emperadores. Pero desde que se prohibió en 1959 se ha convertido en un fenómeno mucho menos frecuente”, explica Nguyen Hieu, profesor de psicología en Ho Chi Minh (antigua Saigón).
La aldea de Dak Ria, en la provincia meridional de Binh Phuoc, es uno de los lugares de Vietnam en los que la poligamia sobrevive, si bien con menos vigor que hace unos años. “Cuando yo era niño los hombres más ricos tenían hasta diez esposas”, recuerda Dieu Xay, de 57 años y jefe de la aldea.
“Entonces era un signo de prestigio social y los demás hombres atribuían a los polígamos poderes mágicos para atraer a las mujeres. Pero hoy como mucho tienen dos esposas y son unos pocos”, explica Bay, un campesino de 75 años que pasa la mayoría de las mañanas charlando y bebiendo licor de arroz con los vecinos mientras sus dos esposas faenan en el arrozal bajo el tórrido sol.
“Me casé por primera vez en 1966. Después de un año intentándolo no pudimos tener hijos y decidí buscar una nueva esposa. Con ella tuve la suerte de tener tres hijos, entre ellos dos varones, es la única razón por la que me casé por segunda vez”, explica.
El polígamo asegura que sus dos esposas se entienden “como hermanas” y que no tienen ningún conflicto en la convivencia pese a compartir techo, ya que cada una dispone de su propia cama. “Mis tres hijos siempre las han tratado a las dos por igual, pues consideran que son sus madres y no hemos tenido nunca problemas al respecto”, asegura.
Como a millones de vietnamitas, a Bay no le afecta la prohibición legal de la poligamia dado que no ha inscrito ni una ni otra unión conyugal en el registro civil y con las dos mujeres se limitó a celebrar una fiesta familiar.
“El único problema es que en 1984 me convertí al cristianismo y no está permitido tener dos mujeres con esta religión. Pero como mis dos bodas fueron antes de mi conversión, pienso que no incumplo las normas religiosas y que podré ir al cielo”, comenta.
Según Hieu, la convivencia entre las dos esposas sólo es posible en zonas remotas donde el nivel educativo es muy bajo y está socialmente aceptada la poligamia, pero dice que le parece que no puede ser viable en la ciudad, donde son difíciles de encontrar hombres que tengan más de una relación matrimonial simultánea.
Uno de ellos es Quan, un saigonense de 37 años que reparte los días de la semana entre sus dos esposas. “Tres días a la semana los paso con la primera y otros tres en casa de la segunda. Los domingos los voy turnando”, explica.
Con una buena posición económica, este vietnamita ya no persigue asegurarse la descendencia, pues tiene un hijo varón con cada una de sus mujeres, sino “salir de la rutina”.
País machista
Consentimiento Según el psicólogo Nguyen Hieu, las mujeres consienten estas situaciones así como el adulterio reiterado de sus esposos debido al machismo del que está impregnada la sociedad vietnamita.
Matrimonio “A muchas mujeres no les queda más remedio que aceptarlo. Les da miedo fracasar en su matrimonio; las mujeres divorciadas no están bien vistas en el país y les resulta difícil encontrar una nueva pareja. Además también influye la dependencia económica de la mujer respecto al hombre”, afirma el psicólogo.
Manutención El saigonense Quan sostiene que “no veo nada malo en hacerlo mientras pueda mantenerlas y no convivan en la misma casa”.
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