APLAUSOS, GRITOS Y HASTA LÁGRIMAS | ESAS SON REACCIONES DE TURISTAS DE CRUCEROS MARÍTIMOS PARA VER A LAS BALLENAS JOROBADAS, UNA ACTIVIDAD QUE COMIENZA A TOMAR FUERZA EN BRASIL.
"Las reacciones son muy variadas pero siempre de gran emoción. No es raro ver lágrimas en personas que finalmente realizan el sueño de toda su vida de ver una ballena, ya que el mayor mamífero marino está en el imaginario de muchas culturas", relató a Efe Brauner Rigo, coordinador operacional de una de las agencias de turismo que ofrece cruceros de algunas horas en alta mar para ver las jorobadas.
Rigo embarca diariamente en Praia do Forte (nordeste de Brasil) con grupos de entre 17 y 25 turistas para paseos en los que han sido avistadas hasta siete jorobadas. "El promedio son cinco avistamientos por excursión, pero navegamos siguiendo a una de esas ballenas para ver sus diferentes movimientos", explicó.
El llamado turismo de avistamiento o de observación de ballenas en una actividad extendida en otros países, pero en Brasil sólo comenzó a ganar adeptos en los últimos diez años con el aumento del número de ejemplares que visitan el litoral del país, entre los meses de julio y octubre, que coinciden con parte del invierno austral, para reproducirse.
En Brasil es posible ver ballenas de la especie franca, a pocos metros del continente, en el sureño estado de Santa Catarina y en Bahía (nordeste), donde hay que embarcar para un paseo de unas cuatro horas de promedio para ver a las jorobadas, conocidas en el país como jubarte.
AVISTADAS MÁS DE 11.000 BALLENAS
"A diferencia de otros lugares del mundo, en donde los animales se limitan a nadar en aguas tranquilas, en Bahía la aventura es verlas en alta mar, en donde hacen más piruetas", garantiza Rigo.
Una de la principales características de las jorobadas es precisamente su intensa actividad en la superficie marina que va, desde el arqueo, cuando el animal levanta el lomo para arrojar agua por su espiráculo, hasta el salto, en el que, pese a sus hasta 40 toneladas de peso, puede sacar del agua hasta el 75 por ciento del cuerpo.
Entre los movimientos fuera del agua de las jorobadas, gigantes que pueden llegar a medir hasta 16 metros, también figuran la exhibición de la cabeza, la exposición de sus largas aletas pectorales, la presentación de la aleta caudal y su levantamiento para poder sumergirse hacia aguas más profundas.
El aumento del turismo para observar ballenas es fruto del fuerte crecimiento de la población de jorobadas en Brasil. El número de ballenas de esa especie que visita el litoral brasileño pasó, de las mil registradas en 1966 cuando su caza fue prohibida, hasta las 11.418 contadas el año pasado, según el Instituto Ballena Jubarte, una organización no gubernamental dedicada al estudio y la protección de la especie y que realiza censos de población del animal desde 2002. En el primer censo fueron contados 3.396 ejemplares. Tres años después el número llegaba a 6.000; en 2008 a 9.300, y en 2011 a las 11.418 jorobadas.
"Ese aumento es consecuencia directa del fin de la caza, pero también de los estudios que permitieron conocerlas mejor y lanzar campañas de preservación que incluyen una redefinición de las rutas marinas y la creación de parques que les sirven de santuarios", dijo a Efe la bióloga Marcia Engel, directora del Instituto.
De acuerdo con Engel, en 1980 se creía totalmente extinto al grupo de jorobadas que migra a aguas tropicales de Brasil en el invierno austral para aparearse y dar a luz. Según el Instituto, con el aumento de los turistas interesados en las ballenas, actualmente hay operadoras autorizadas a ofrecer cruceros para verlas en ocho lugares de Bahía, estado en cuyas aguas se concentra cerca del 90 por ciento de los animales.
1.500 TURISTAS AL AÑO
"La actividad viene creciendo tanto en número de turistas como de operadoras y de localidades en que es ofrecida", explicó a Efe Sergio Cipolotti, coordinador ambiental del Instituto Ballena Jubarte.
"Hace ocho años comenzamos a operar con pocos turistas y hoy ofrecemos la excursión a unas 1.500 personas por año", dijo a Efe Emerson Stocco, socio propietario de Portomar, una de las dos operadoras que ofrece turismo de observación de ballenas en Praia do Forte, un importante destino turístico a 100 kilómetros de Salvador, la capital de Bahía. Las embarcaciones de las operadoras que actúan en Praia do Forte, Itacaré, Morro de Sao Paulo, Barra Grande, Porto Seguro, Prado y Cumuraxatiba, en el litoral norte de Bahía, necesitan navegar menos de una hora para llegar hasta las rutas de los animales. En estas ciudades las excursiones por cerca de 150 reales (unos 75 dólares) son ofrecidas todos los días entre el 15 de julio y el 15 de octubre, pero el embarque depende de las condiciones meteorológicas, por lo que es necesario estar dispuesto a esperar uno o dos días antes de ir al encuentro de las jorobadas.
"Realizamos entre 65 y 70 cruceros en los 109 días de la temporada. Los otros días no se puede salir por las condiciones meteorológicas", admite Rego.
CRUCEROS EN CARAVELAS
También son muy demandados los cruceros ofrecidos desde Caravelas, la ciudad más próxima al Parque Marítimo de Abrolhos, en el litoral sur de Bahía y en donde el número de ballenas es mayor.
Como en Abrolhos las jorobadas están más lejos del litoral, las excursiones son ofrecidas a turistas dispuestos a pasar una o más noches embarcados, lo que eleva el costo y obliga al operador a ofrecer otras atracciones, como el buceo en los arrecifes.
"El turismo de observación de ballenas comenzó a ser ofrecido en 2001 en Abrolhos y en Praia do Forte con el apoyo técnico del Instituto. Hoy está totalmente regulado y todas las operadoras ofrecen previamente una conferencia sobre las ballenas que es impartida por guías capacitados por el Instituto", según Cipolotti.
De acuerdo con este biólogo, entre el 60 y el 70 por ciento de los turistas que demandaba la actividad en los primeros años era extranjero, muchos de los cuales llegan a Brasil con la excursión ya contratada, pero el número de brasileños comenzó a aumentar a partir de 2006. Hoy el porcentaje de extranjeros es del 30 por ciento.
CUESTIÓN DE SUERTE
"No podemos garantizar el avistamiento de las ballenas en todas las expediciones, sería un engaño, pero podemos garantizar hasta un 97 por ciento de posibilidades, ya que tenemos rutas identificadas en las que siempre hay ballenas", asegura el socio de Portomar.
La principal ventaja de esta actividad es que, por coincidir con el invierno austral, la temporada de observación de ballenas es precisamente la temporada baja para el turismo en la región.
"El turismo de observación de ballenas garantiza el movimiento de posadas, restaurantes y empresas en una época en que antes cerraban sus puertas", aseguró Stocco.
Engel alega que ese es uno de los motivos por los que la observación de ballenas ayuda a preservar la especie.
Por sus cálculos, mientras que los productos derivados de una ballena cazada generan 250.000 dólares, cada animal vivo produce un millón de dólares para los hoteles, restaurantes y tiendas de las comunidades en que se ofrece la modalidad turística.
No hay comentarios:
Publicar un comentario