Armstrong Baillie tiene 32 años y está desempleado, pero se las arregla para hacer obras de bien a lo largo y ancho de Escocia. ¿Un altruista más? Quizás, pero con la particularidad de que realiza sus acciones vestido de jirafa.
Dos veces por semana se lo puede ver caminando por las calles de Dundee, en el este de Escocia. No se trata de un ejemplar que se fugó del zoológico local ni nada por el estilo: es un padre de familia que vive con su hija y su pareja, y usa un traje que le confeccionó su madre para realizar sus “perfomances” caritativos y filantrópicos por las calles de su país.
Armstrong Baillie, oriundo de Glasgow, comenzó a hacerse famoso por las redes sociales como “un lunático simpático” pero, al parecer, de loco no tiene un pelo.
Recorre las calles de las principales ciudades escocesas y realiza actos de bondad desinteresada, simplemente porque “se siente bien al hacerlo”, dice Angie Brown, reportera escocesa. Sus particulares actos han sido vistos en lugares como Edimburgo, Stonehaven y Aberdeen, lo cual despierta curiosidad y simpatía entre los ciudadanos de estas urbes.
Durante los últimos seis meses, Baillie ha repartido plátanos y agua de forma gratuita a los participantes de la media maratón de Edimburgo, ha limpiado la playa de Portobello en esa misma ciudad e incluso ha distribuido cupones por 15 dólares a madres en los hospitales locales.
“Tuve la idea del traje de jirafa después de ver a un hombre vestido de gorila tocando la batería”, confesó Baillie . “Y si otro de viste gorila; ¿por qué no me puedo vestir yo de jirafa?”, pregunta.
También se lo ha visto repartiendo cafés gratis a sorprendidos transeúntes o incluso limpiando jaulas en hogares de rescate de perros y gatos callejeros.
"La cabeza en las nubes"
Como no tiene trabajo, Baillie financia sus actos de bondad desinteresada como músico ambulante, tocando instrumentos africanos. Al ritmo de su kazoo y su tambor djembe, recolecta dinero que luego usa para comprar los obsequios de sus diferentes acciones.
Para moverse por Escocia, pide un aventón a los automovilistas que circulan por la carretera. “En realidad, prefiero que me lleven los coches descapotables, porque sólo así me cabe la cabeza de jirafa”, comenta entre risas. “El motivo por el cual escogí una jirafa es porque es mi animal favorito desde siempre, desde que era un niño”, afirma. “Las jirafas son como yo: con la cabeza por las nubes, pero el corazón en el lugar correcto”, afirma.
La recepción que tiene la jirafa idealista es casi siempre positiva y la gente se divierte, aunque Baillie recuerda una ocasión en la que no le fue tan bien. “Una vez un tipo me golpeó”, cuenta. “Me arrancó la cabeza de jirafa y se fue”, rememora.
A pesar de ello, Baillie planea seguir con sus actos de bondad en Escocia.
Así que si anda por allá y ve a una jirafa caritativa por las calles, nunca se sabe lo que puede pasar.
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