Una serie de pasillos estrechos, corredores de nichos y mausoleos es la antesala y el camino que se debe atravesar para llegar hasta a la fosa común, más conocida como “el rincón de las almas perdidas”, del Cementerio General del Cochabamba.
Este lugar se encuentra detrás de un muro del sector noreste del campo santo -oculto a simple vista-. Para muchas personas este pedazo de terreno es uno de los lugares menos visitado durante la semana; pero repentinamente los lunes cobra una relevancia e importancia inusual.
Aunque no se puede precisar con exactitud, porque no se lleva un registro, se calcula que más de un centenar de personas llega hasta este sector, sin discriminación de sexo, raza, edad o posición social, e ingresan desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. Hora en la que el personal de seguridad cierra las puertas del cementerio y ya no deja ingresar a ninguna persona.
Estos devotos sólo tienen la intensión de agradecer o pedir favores a las almas de aquellos “que no pudieron ver la cara de Cristo” y que por alguna razón se quedaron divagando en este plano terrenal; y son ellos quienes acuden en el auxilio de las personas.
Según la creencia popular, las “almas perdidas” necesitan descansar en paz y para alcanzar esta meta piden misas, oraciones y todo lo que los dolientes ofrecen a sus muertos; pero con la diferencia de que estas “almitas” no tienen familia que se acuerde de ellas y se nutren de sus fieles devotos.
Es por eso que cada lunes, decenas de personas dedican una parte de su tiempo y ofrecen atenciones a estas almas olvidadas, a cambio deben devolver los rezos con alguna intervención en favor del devoto, o lo que comunmente se denominan “favores de las almas” para el “mundo de los vivos”; por eso se crea una simbiosis metafísica entre estos voluntarios. Ambas partes se nutren de la lealtad, compañía y muchas plegarias.
“Me estaba yendo mal en el negocio y peleaba mucho con mi pareja; una de mis amigas me trajo al rincón de las almas para que les pida su ayuda, y desde que soy devota las cosas han cambiado”, asegura una creyente de las almas que prefiere mantener su nombre en reserva.
Pero aunque parezca que es algo tan sencillo o simple, algunos seguidores alegan que no es tan sencillo formar parte de los “voluntarios de las almas”, ya que hay pasos que seguir; pero, cuando se consigue ingresar al seno de esta comunidad las almas no los abandonan, más al contrario, gozan íntegramente de su ayuda y protección.
lunes de almitas
Al mirar con detenimiento este lugar, el suelo irregular es una clara evidencia de las continuas excavaciones que se realiza en la fosa, para enterrar los nuevos cuerpos. Aunque en algunos sectores, la superficie del terreno, mayormente el que está cerca al muro divisional, está más seco y duro, e incluso se podría decir que está cocida por efecto de las brasas candentes del carbón, que son encendidas por los fieles para colocar sobre ellas las “me- sas de las almas”.
Las paredes que bordean este terreno ya adquirieron el color cenizo y exhiben sobre ellas muchos nombres, que están escritos a mano alzada. La mayoría sólo está realizada con un pedazo de carbón.
Al ver esta escena por primera vez parecería que se trataría de una lista de nombres, pero esos apelativos serían los únicos indicios que quedan del paso de estas personas por la vida terrenal.
“Algunos familiares o conocidos anotan el nombre de sus difuntos y es para ellos que ofrendamos nuestras plegarias”, comenta una de las seguidoras de las almas.
Fieles devotos
Al pie de los muros que bordean esta parte del cementerio, una hilera de ramos de flores está apilada en recipientes improvisados de botellas plásticas.
Romualdina Flores, comerciante de k’oa, cuenta que ella acude al cementerio todos los lunes, a partir del medio día -con mayor fervor el primero de cada mes-, desde hace ya más de cinco décadas. “Mis padres me enseñaron a creer en las almas y por esta razón siempre vengo a k’oar y rezar, porque ellos siempre me ayudan en mi negocio”, asegura.
Ella acostumbra realizar el mismo ritual semana tras semana; por lo general se sienta apoyada a la pared lateral del campo santo, buscando la sombra, para p’ijchar su coca y ch’allar con tranquilidad.
“Las ‘mesas almas’ son especiales porque tienen ‘dulces’ en forma de calaveras o angelitos; esta ofrenda es como su comida, al final también ch’allamos y esa es su bebida. Ellos también tienen hambre y sed”, asegura Flores.
Según los relatos de algunos presentes, ciertos lunes los devotos pueden brindar una misa especial, posteriormente compartir un plato de comida, preparado por el devoto. “Los primeros platos de comida son para las almas benditas y luego para los que hemos escuchado la misa”, relata Romualdina. A veces está presente un trovador que desgrana en el aire una melodiosa composición musical, acompañado por los acordes de una guitarra.
“almas benditas, almitas de nuestro amigos, que han salido de este mundo a la gracia del Señor” y luego de un rosario de nombres de las almas y de cantar el nombre de los fieles devotos, el trovador se retira con el pago en los bolsillos.
La luz natural comienza a bajar su intensidad y los devotos se retiran uno a uno, no sin antes terminar todo lo que les ha quedado, como hoja de coca, cigarrillos y la bebida; porque no puede devolver nada a la casa, “todo lo que hemos traido para las almas se termina aquí”, finaliza Flores.
DENTRO EL MUNDO DE LAS ALMAS
La curandera Yesmi Uría Álvarez es una de las devotas más conocidas y asegura que para convertirse en voluntaria se debe poner en práctica algunos rituales y luego recién el seguidor podrá afirmar que es parte de este grupo de fieles.
“Primero hay que pedir perdón a Dios -por sobre todas las cosas-, luego solicitar su indulgencia a las almas; posteriormente se debe hacer rezar las novenas, durante nueve lunes seguidos. Al finalizar este primer paso se hace celebrar una misa especial para las almas y recién la persona interesada se convierte en parte de los voluntarios de las almas”, asegura Uría.
Es a partir de ese momento que las personas pueden acceder a ellos con mayor peso. “Tampoco es cuestión de rezar mucho a las almas, porque ellos fueron mortales y nosotros podemos hablarles directamente, de tú a tú”, finaliza Uría.
Almas cumplidoras
Michael Camacho, guardia de seguridad del cementerio, asegura que los devotos de las almas olvidadas tienen respuesta, pues continuamente ha sido testigo de los favores e intersecciones que realizan en todo tipo de casos, como ser: encontrar familiares, casos perdidos o difíciles, juicios legales y todo lo que los devotos requieran.
“Vienen todo tipo de personas, incluso han venido prestigiosos abogados para que les ayuden en sus casos difíciles y luego, cuando ganan, vienen a agradecer los ‘favores’ recibidos”, dijo Camacho.
¿Magia negra?
Aunque los seguidores de las almas afirman no haber incurrido en este tipo de práctica, ellos sí conocen a algunos curanderos que ingresan al cementerio para realizar sus “trabajos especiales” o magia negra, en especial los lunes, porque tradicionalmente es un día consagrado a las almas.
Uno de los signos más evidentes de estos trabajos son las velas negras, las que apenas son descubiertas son eliminadas. Estos actos son repudiados por los voluntarios de las almas, ya que eso los coloca en una situación difícil.
Últimamente no se han encontrado velas negras en el sector, gracias a la rigurosa vigilancia y llamadas de atención que la administración emitió oportunamente.
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