lunes, 27 de agosto de 2012

El sueño, cómo la luz interrumpió el buen dormir



Siempre ha habido quienes piensan que dormir es una pérdida de tiempo. Thomas Alva Edison dijo alguna vez que la persona que lo hacía durante ocho horas, en lugar de tres, nunca estaba ni despierta ni dormida. Es comprensible que lo haya dicho el inventor de la bombilla eléctrica, un avance que le dio a la sociedad la posibilidad de prolongar la vida social más allá del atardecer y de ampliar la jornada de trabajo casi 24 horas.

Luego de este invento, "dormir quedó en la silla de atrás de la vida nocturna para darle paso a otras prioridades, y nunca ha vuelto a recuperar su antiguo lugar", dice David K. Randall, quien lanza esta semana el libro Dreamland, en el que demuestra la importancia del sueño para el funcionamiento del organismo.

El autor es un reconocido periodista británico para quien resulta irónico que en el momento actual, cuando hay camas más cómodas, casas mejor construidas y mayor salubridad, dormir sea casi un lujo de pocos. Un tercio de los trabajadores de Estados Unidos duermen menos de seis horas, según el Center for Disease Control (CDC).

En la era victoriana, cuenta Randall, los más afortunados lo hacían en un catre, con los brazos colgando y en medio de bichos que los despertaban. "La modernidad trajo una mejora en estos aspectos pero ahora dormir es más esquivo debido a la luz eléctrica, la televisión y otros tipos de entretenimiento que han vuelto un caos los patrones de sueño".

Según el inglés Roger Ekirch, historiador y autor del libro At day's close, antes de la luz eléctrica la gente tenía dos períodos de sueño en la noche. El primero empezaba en cuanto el sol se ocultaba y se prolongaba hasta la medianoche. El segundo iba de las primeras horas de la madrugada hasta la salida del sol. Entre las dos fases de sueño la gente rezaba, leía, contemplaba sus sueños o tenía relaciones sexuales.

Todo apunta a que este es el patrón natural en los seres humanos. Así lo comprobó Thomas Wehr, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental en Bethesda, quien privó a un grupo de personas de toda fuente de luz artificial durante la noche para simular las condiciones naturales de las noches de épocas antiguas. Con el tiempo, los participantes empezaron a tener los dos segmentos de sueño que observó Ekirch.

Wehr descubrió además que la hora entre estas dos fases es una de las más lúcidas en la vida de las personas. "Químicamente el cuerpo se encuentra en un estado similar al que se observa cuando ha pasado un día en un spa", señala Randall. Lo interesante es que cuando alguien hoy reporta despertarse a esa hora de la noche, lo ve como una señal de que algo anda mal.

Randall dice que la invención de la luz eléctrica permitió extender la vigilia muchas más horas al punto que hoy, incluso se puede viajar de noche, ir al cine, hacer guardias nocturnas en hospitales, todo a costa de sacrificar horas de sueño. La cantidad de luz es tal que en 1994, cuando un terremoto dejó a Los Ángeles en la penumbra, muchos llamaron alarmados a la Policía preocupados por una nube gigante en el cielo. "Era la Vía Láctea. Ellos nunca la habían visto porque esa ciudad es una de las que más brilla de noche en Estados Unidos".
Pero la situación actual trae problemas más serios que este. De hecho, la falta de sueño se relaciona con la depresión y aumenta los problemas cardiovasculares. Un estudio publicado hace un par de semanas en The British Medical Journal, hecho entre dos millones de personas, mostró que quienes trabajan de noche tienen 41% o más riesgo de sufrir infarto. Otro, realizado por investigadores del centro médico de Ohio State University, halló que cuando los ratones de laboratorio se exponían a luz tenue en la noche, aparecen signos de depresión.
A comienzos de este año, la American Medical Association (AMA) publicó una serie de consecuencias nocivas de usar luz artificial en la noche, entre las que se observa una mayor incidencia de obesidad, diabetes, problemas de reproducción sexual, cáncer de próstata y seno. Semanas atrás un estudio mostró que quienes duermen menos responden menos a una vacuna contra la hepatitis B.

Randall explica que ante la luz artificial nocturna el cerebro interpreta que está de día. Si esto sucede, el cuerpo deja de emitir melatonina, una hormona que, además de regular el sueño, está al frente de los ciclos circadianos, que a su vez controlan 15 por ciento de los genes. No se sabe cómo es el proceso en el que el sueño está ligado a las enfermedades, pero ciertos indicios muestran que en la noche el cuerpo se repara en el nivel celular. De esta forma, cada hora nocturna extra que una persona pasa en su trabajo impacta directamente su salud.

- Las luces blancas y azules que emiten los monitores de las PC estimulan la actividad del cerebro y dificultan que se relaje. Cuando empiece a anochecer, atenúe la luz del monitor de su computadora, y cambie los colores a tonos más cálidos
- Para mantener su cuarto a oscuras, coloque cortinas corredizas o enrollables opacas, no persianas, porque no bloquean totalmente la luz. Instale la cortina enrollable lo más cerca posible de la ventana.
- La TV emite luz hacia sus ojos, y envía a su cerebro la señal “¡Despierte!”
- Recuerde que la luz artificial reduce la producción de melatonina, la hormona que nos hace sentir sueño.

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