martes, 28 de agosto de 2012

Un mexicano es el único buzo de aguas negras en el mundo

El mexicano Julio César Cu Cámara hizo de su afición un trabajo extremo al convertirse desde hace 29 años en buzo de aguas residuales para mantener en funcionamiento el kilométrico sistema de drenaje de la capital mexicana.

“Buzos que se metan en aguas negras, nada más soy yo en el mundo”, afirma Cu Cámara, jefe de buzos del sistema de drenaje del Distrito Federal, en una entrevista con EFE.

Su mundo laboral son las alcantarillas y los llamados colectores de aguas negras de una red de cientos y cientos de kilómetros que cuenta con un sistema de compuertas que permite darle mantenimiento.

“Nuestro trabajo es el mantenimiento y rescate de piezas de motores que se desprenden; a veces la propela (hélice) de las bombas se atora y sacarlas implica un trabajo de 15 días que el buzo puede hacer en uno o dos”, explica.

Una media de cuatro inmersiones al mes durante 29 años de servicio supone unas 1.390 misiones que convierten a Julio César, de 52 años, en un firme aspirante a un récord Guinness por desplazarse en las pantanosas aguas con excrementos y desechos químicos y sólidos.

Apenas dejó la infancia, Cu Cámara comenzó a bucear y después de varios cursos abrazó con pasión esta profesión, que lo ha llevado a conocer las profundidades de su ciudad, pero también el mar Caribe y las aguas del Golfo de México.

Julio César es el único buzo de un equipo que con el tiempo fue disminuyendo y, después de 29 años de servicio, entrena a dos chicos a los que piensa dejar como herencia el traje especial y una zona de trabajo que define como única en el mundo.

“Son aguas totalmente negras, desechos de millones de gentes, de fábricas que tiran su agua contaminada”, señala este esforzado trabajador.

“Estas aguas traen de todo: desechos químicos, humanos, animales”, lo que además dificulta la visibilidad, cuenta. La vista queda prácticamente inutilizada bajo la superficie y por ello es necesario “tomar un curso para trabajar a ciegas”, porque ni la luz más potente ayuda entre las aguas negras.

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