Con más entusiasmo que afinación, algo de ronquera y algún gallo, los seguidores de Tarzán festejaron su centenario al sonido de su famosa llamada de la selva, la misma que popularizó Johnny Weissmuller en el año 1930 y con la que miles de fanáticos, reclamaron ayer a gritos la vigencia de su héroe.
En un hotel de Los Ángeles, entre una jungla de asfalto y palmeras ornamentales, se celebró el concurso anual de alaridos de Tarzán, uno de los momentos más destacados de la convención “Dum Dum” que año tras año reúne a los fanáticos del personaje más conocido de los creados por el novelista Edgar Rice Burroughs. Más allá de la calidad del sonido, el modesto evento simbolizó una llamada de atención de quienes se resisten a que el paso del tiempo silencie el legado del hombre criado entre monos y ataviado con un simple taparrabos de piel, que se movía de liana en liana. EFE
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