Un holandés de 44 años tenía tanto alcohol corriendo en sus venas que, con sólo un soplido, hizo que la pipeta medidora de alcoholemia deje de funcionar.
Cuando finalmente la máquina volvió a arrancar, el aliento del beodo hizo que el medidor arrojara valor fuera del rango de control. Luego un médico determinó que el conductor tenía siete veces más alcohol del permitido para manejar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario