domingo, 2 de junio de 2013

El niño tortuga deja su caparazón

Temían que las fuerzas del mal lo hubieran tocado, lo que significaba que no podía asistir a la escuela o ser bautizado.

Didier manifestaba: “Yo quiero crecer. Pero el topo no me deja”.

Gracias al cirujano plástico Neil Bulstrode, que lo operó después de enterarse de su situación, entre fines de 2011 y principios de 2012, Didier ahora puede crecer como cualquier otro niño.

Bulstrode voló a la capital colombiana, Bogotá, para ayudar al equipo de cirujanos a extirparle la marca de nacimiento de Didier.

Los médicos le hicieron una complicada serie de injertos de piel en varias etapas.

Bulstrode dijo: “Didier fue el peor de los casos que había visto. Las tres cuartas partes de la circunferencia de su cuerpo estaba afectado”.

La cirugía implicaba un gran riesgo para el pequeño, pues durante la intervención existía el peligro de que se generara una hemorragia masiva. No obstante, la madre de Didier, decidió arriesgarlo todo.

Afortunadamente, la operación fue todo un éxito y el niño pudo regresar a casa, sin el horrible caparazón por el que algún día, todos lo habían llamado "El niño tortuga".

“Obviamente, él tuvo que pasar por una serie de dolorosas operaciones, pero creemos que valió la pena. Es muy bueno ver las fotos de cómo está Didier ahora. Estoy muy contento de verlo sano”, señaló Bulstrode.

El cirujano británico es un experto en el tratamiento de los pacientes, como Didier, que sufren de enfermedades raras. La causa se desconoce, pero los expertos creen que hay un cambio en el desarrollo de células de la piel en el embrión provocada por una mutación genética.

VIDA NUEVA

Sus familiares lo llaman “Pirry”. El 6 de diciembre de 2011, Didier dio por segunda vez en su vida los primeros pasos tras la operación. El 24 de diciembre pasó Navidad fuera de Córdoba, su ciudad natal.

Finalmente, el 24 de enero de 2012 dejó la clínica infantil. Volvió a su casa el 5 de abril, feliz y con la posibilidad de jugar a la pelota como siempre quiso.

“Puedo jugar con los demás niños, puedo ir al colegio y a estudiar. Estoy feliz porque ya no tengo ese parche, ni tengo calor. Yo me llamo Didier Andrés Montalvo”. Así definió su nueva vida el pequeño que conmovió al mundo.

La historia de Didier sirvió para que varios canales a nivel mundial realicen documentales sobre su caso, los mismos que fueron difundidos para millones de personas.

Con tan sólo 8 años, Didier conoce muy bien lo que significa la palabra sufrimiento. Y es que desde que nació, el pequeño se enfrentó a este mal genético, que durante mucho tiempo hizo que su espalda cargara con una especie de caparazón que fue creciendo con los años, al grado de que llegó a pesar 16 libras, como relata un reportaje del programa Primer Impacto.

Luz Beltrán, la madre del niño, cuenta que aunque en un principio siempre tuvo la esperanza de que la malformación desapareciera, un día se dio cuenta, que no podía seguir de brazos cruzados, viendo cómo su hijo seguía sufriendo por tan extraño padecimiento.

OTRO CASO

Un muchacho apodado también como "niño tortuga" comenzó una nueva vida, en junio de 2010, después de que una concha gigante de piel dura fuera quitada de su espalda.

Maimaiti Hali, de ocho años, se sometió a una operación de dos horas durante la cual los médicos le quitaron su deformidad. Su padre, Maimaiti Musai, dijo: "nos dijeron que la cirugía no era posible cuando era muy chico, así que esperamos. Pero el crecimiento se hizo más grande y más difícil y quedó como un caparazón de tortuga".

Médicos del Hospital General Militar de Urumqi, en China, informaron que se reemplazó el caparazón con injertos de piel del cuero cabelludo de Hali y piel de las piernas.

"La piel que quitamos era tan gruesa como un cuero de toro", señaló el cirujano. Hali, oriundo de Heping, el norte de China, agregó: "fue un poco doloroso, pero no voy a preocuparme nunca más de que los niños se rían de mí", y agregó: "tengo muchas ganas de salir al sol sin remera y de ir a nadar con mis amigos".


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