Las correrías de piratas europeos por los mares del nuevo mundo se inician alrededor del año 1530: unos tras otros suceden sus ataques contra las posesiones españolas y contra los galeones que cargaban las riquezas extraídas de las minas de Potosí y de otras regiones de América.
Uno de estos marinos de fama y aptitudes por demás probadas para tales menesteres, la piratería, y por destruir el poderío naval español fue Francis Drake, el pirata que con auspicios de la Reina Isabel I de Inglaterra sembró el terror en las costas de América, con preferencia en la zona del Caribe. Además de ser el segundo marino en dar la vuelta al mundo por la zona austral después de Hernando de Magallanes y Elcano.
Hijo de un pastor protestante, Francis Drake, nació a fines de 1540, en Crowndale, pequeño pueblo situado en las cercanías de Tavistock, Devonshire. Abrazó muy temprano la profesión de marino al igual que casi todos sus hermanos (11).
Luego de heredar un vetusto barco, de un marino que había muerto, hizo varios viajes a Zelandia para vender armas y víveres a tribus en conflicto. En 1567 se asoció con sus primos William y John Hawkins para dedicarse al tráfico de ébano, comprando esclavos negros en las costas de Guinea y vendiéndolos luego en las colonias españolas de América. Por entonces España cuidaba celosamente su monopolio marítimo, y por el otro lado, la expedición inglesa tenía el consentimiento de la reina Isabel I de Inglaterra para atacar los intereses españoles.
La expedición con el cargamento de esclavos hacía continuas travesías por aguas del Atlántico. En uno de estos viajes una carabela de Portugal cayó en manos de la flota inglesa, Hawkins entregó a Drake el comando de la nave capturada a la que bautizaron : “Gracia de Dios” y continuaron navegando hacia el Caribe sorteando terribles tempestades y valiéndose de mil artimañas los barcos ingleses atracaron en: Santo Domingo, Margarita, Borburata, Cartagena de Indias y Santa Marta, lugares donde vendieron los esclavos a los cultivadores de azúcar y algodón.
Por entonces el tráfico de esclavos era un negocio lícito, pero no colmaba las aspiraciones de Francis Drake y decidió hacerse pirata, para combatir a los españoles, tenerlos en jaque en sus mismas posesiones. Aunque existía una tregua formal entre las coronas de España e Inglaterra, los incidentes armados entre ambas potencias eran frecuentes.
En la obstinada tarea de atacar puertos y ciudades costeras españolas y saquearlas. las naves de Drake enfilaron hacia la colonia Río de la Hacha, pero fueron recibidos a tiros de cañónes que los españoles habían emplazado en la costa. Drake y John Hawkins respondieron también con sus cañones y después de una dura batalla la ciudad fue tomada y saqueada por los piratas. Las mujeres llevaron la peor parte porque sufrieron ultrajes sin nombre. En aquella acción los asaltantes lograron apoderarse de un enorme cargamento de perlas.
Terminada la misión los ingleses partieron hacia Cuba, pero un inesperado temporal dejó maltrecho a la flotilla, una nave fue arrojada hacia el norte y debió volver a Inglaterra y el resto halló refugio en la isla de San Juan de Ulúa, en el Golfo de México, frente a Veracruz. Para no ser cañoneados, Drake ordenó enarbolar la bandera española. La estratagema surtió el efecto deseado. Luego de parlamentar con las autoridades españolas, los ingleses lograron reparar su naves. Pero otro barco se acercaba a San Juan de Ulúa, y en él viajaba el virrey español, y dos naves inglesas rezagadas se lanzaron contra él hundiendo la nave y tomando prisionero al virrey y sus tripulantes. La autoridad española por su alto rango fue dejado en libertad, entonces el virrey organizó a sus hombres y tomó por sorpresa a los ingleses. Drake logró contener a los atacantes, luego ordenó izar velas para huir rápidamente del lugar perdiendo algunos barcos.
Dice la leyenda que los restos de la nave de Hawkins aún reposa en la bahía, su capitán salvó la vida por milagro. Drake con su nave sobrecargada de heridos y enfermos, con Hawkins a bordo y las bodegas cargadas de un cuantioso botín conseguido en sus correrías, finalmente llegó a Plymouth donde fueron recibidos como héroes, tras un penoso viaje de retorno por la falta de víveres y agua y con una diezmada tripulación.
En mayo de 1572 Drake a bordo de Swan se embarcó nuevamente hacia el Caribe y tomó de sorpresa el puerto Nombre de Dios, en el istmo de Panamá, pero no logró apoderarse de los tesoros de la ciudad, ante la llegada de refuerzos, los piratas huyeron del lugar. Drake fue herido gravemente en la lucha, pero no perdió el ánimo, mediante un esclavo negro capturado, se enteró que se acercaba una caravana de españoles con treinta mulas cargadas de oro y plata extraídas de las minas de Potosí, este cargamento había llegado por la costa del Pacífico y debía ser embarcado en el Atlántico para su traslado a España. El pirata se interno en la selva y sorprendió a la caravana, luego de una lucha sin bajas en sus filas se apoderó del cargamento. Meses después el pirata inglés se apoderó de un convoy español cargado también de oro y plata que también provenían de las colonias españolas.
Drake volvió a Inglaterra en agosto de 1573 con 30 escasos marineros pero con las bodegas repletas de tesoros para compartirlos con la reina Isabel que patrocinaba estas incursiones.
Cuatro años después, el 13 de diciembre de 1577, siguiendo instrucciones de la Reina, se hizo a la mar en Plymouth, al mando de seis embarcaciones, esta vez su destino no era el Caribe, sino seguiría los pasos de Elcano y Magallanes, en un intento de extender sus correrías al Pacífico, por cuyas aguas no había navegado ningún barco inglés. Atravesó otra vez el Atlántico, llegando a las costas del Brasil y siguiendo la costa llegó al Río de La Plata, para aprovisionarse de agua y alimentos. Continuando, en Puerto San Julián abandonó a dos de sus naves, siguiendo la ruta con las cuatro restantes. A principios de agosto de 1578 llegó a las costas patagónicas, allí, al igual que Magallanes, afrontó sin vacilación una conspiración fomentada por Thomas Doughty, a quien hizo decapitar.
Durante la travesía, tuvo que sacrificar otra de sus naves por encontrarse muy averiada. El 20 de agosto entró en el estrecho de Magallanes, allí se hundieron otras dos naves a consecuencia de los terribles temporales. Al llegar a las aguas del Pacífico con un sólo barco se dedicó a saquear los puertos de Valparaíso, Coquimbo, también asaltó numero-sos barcos españoles con su cargamento de oro y plata, asoló las costas de Arica, Callao, Lima, Trujillo, Paita, Guatulco en la costa de México, llegando hasta la zona californiana. Su mayor presa fue el galeón español Nuestra Señora, al que consiguió dar caza a la altura del cabo de San Francisco. Más de veintiséis toneladas de plata, ochenta libras de oro en barra y trece cajones de piezas de a ocho cayeron en manos de Drake, con esto llevaba a bordo un tesoro incalculable. Los españoles intentaron poner fin a tantos desmanes despachando una numerosa flota para acabar con el osado inglés.
Para no ser sorprendido, ya que la expedición estaba completamente agotada, regresó por la ruta del Asia, llegando a las islas Molucas; rodeó el cabo de Buena Esperanza y alcanzó Sierra Leona en julio de 1580. El 26 de septiembre de ese mismo año Drake arribó a Plymouth con 59 tripulantes a bordo, junto con una preciada carga de especias y riquezas capturadas a los españoles durante el trayecto por las costas del Pacífico.
La reina Isabel I le otorgó un título mobiliario y lo transformó en Sir Francis Drake. Otra de sus mayores hazañas fue el de contribuir a la derrota de la Armada Invencible del imperio español en 1587, y finalmente, en 1596 afec-tado por la disentería, falleció frente a las cos-tas de Portobello, tenía 56 años, su cuerpo, encerrado en una caja de plomo, fue arrojado al mar. En sus correrías había hundido siento setenta barcos españoles y portugueses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario