miércoles, 26 de junio de 2013

Empresas ganan millones por espiar

El enorme aparato de inteligencia y vigilancia que Estados Unidos construyó en los últimos 50 años cuesta cerca de 50.000 millones de dólares anuales. Y el 70 por ciento de su presupuesto se canaliza mediante contratistas privados, protagonistas de una industria de alto crecimiento.

El hombre que reveló documentos secretos del espionaje estadounidense y solicitó asilo a Ecuador, inició su carrera en inteligencia trabajando para el Gobierno pero en 2009 pasó al sector privado, donde fue eventualmente contratado por una consultora llamada Booz Allen Hamilton (BAH) que opera como contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas in inglés).

Según un informe de la revista estadounidense Businessweek, 99 por ciento de los ingresos de presta BAH, una empresa con 25.000 empleados que tuvo $us 5.760 millones en ventas en 2012, provienen de contratos con el Gobierno estadounidense.

Y no es la única firma con grandes contratos. Compañías como General Dynamics, Lockheed Martin y Science Applications Internacional, entre muchas otras, son también importantes beneficiarios del gasto en inteligencia de EEUU.

La filtración de Snowden de documentos de la NSA en los que se detalla una polémica campaña de ciberespionaje por parte de EEUU revitaliza un viejo debate en ese país: el papel de estas empresas privadas en el campo de la seguridad.

Mientras unos las ven como una necesidad para que el sector de la seguridad funcione, otros creen que su poder es desmedido y que por eso, en parte, fue que Snowden, como empleado de BAH, tuvo acceso a documentos de la NSA.

Pero, ¿cuál es la historia de estas empresas? ¿Cuál es su lógica? ¿Cómo se mantienen a flote?

La mayoría de los ingresos de BAH vienen de contratos estatales.

El estrecho vínculo del Gobierno con BAH se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazi desarrolló una poderosa flota de submarinos y la consultora, contratada por la Armada estadounidense, desarrolló un sistema de sensores capaz de detectar las comunicaciones de radio que entablaban los barcos alemanes.

Con la ayuda de BAH, los aliados hundieron o destruyeron la mayor parte de la flota submarina alemana, recordó esta semana la revista Businessweek.

No obstante, fue tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 que la inteligencia estadounidense aumentó de manera exponencial el uso de firmas privadas.

El entonces director del Comité de Inteligencia del Senado, Bob Graham, pidió "una relación simbiótica entre la comunidad de la inteligencia y el sector privado".

Y así ocurrió. Según una investigación de 2011 del diario The Washington Post, un total de 265.000 de los 854.000 empleados del Gobierno con autorización de tener acceso a información secreta trabajan para el sector privado.

¿Por qué existen?

Edward Snowden estuvo en Hong Kong y ahora se encuentra en Rusia.

Para muchos, la existencia de estos contratistas privados es una necesidad.

"En todas las áreas de cualquier Gobierno hay contratistas que prestan servicios que el Gobierno no tiene dinero ni tiempo de desarrollar, sobre todo en campos como la tecnología de información y la administración de sistemas", le dice a BBC Mundo el experto en seguridad de la computación de la Universidad de Surrey Alan Woodward.

El también exasesor del Gobierno de Reino Unido en seguridad cibernética apunta que "tras el final de la Guerra Fría la inteligencia estadounidense se redujo mucho, en parte porque ya no había quien le compitiera; y después del 11 de septiembre vio en el sector privado una forma de crecer con mayor rapidez y eficiencia".

Por otro lado, se dice que los contratistas privados son necesarios porque no todas las tareas implican un empleado de tiempo completo y, en teoría, es más barato.

Pero si bien hay una lógica en la contratación de estas compañías, algunos creen que su poder es excesivo. "Es inusual", dice Woodward, "que una empresa como BAH tenga un 99 por ciento de dependencia de los contratos que tiene con el Gobierno".



¿Puerta giratoria?

Muchos hablan de un estilo de puerta giratoria que le ha permitido a compañías como BAH tener privilegios en la contratación del Gobierno.

Bussinessweek anota que aunque BAH tiene un perfil bajo y hace poco lobby, "su habilidad en mantener esos contratos está asegurada por la lista de pesos pesados de la inteligencia que trabajan allí".

James Clapper, director de la NSA, viene de trabajar en BAH.

El actual director nacional de inteligencia, James Clapper, fue un alto ejecutivo de BAH; y el vicepresidente de la empresa, Mike McConnell, fue director de la NSA y asesor del presidente George W. Bush.

"Por la naturaleza de lo que hace el sector de la inteligencia, donde la confianza es fundamental, es inevitable que el círculo de personas contratables sea pequeño", dice Woodward.



HISTORIA

¿Qué hace la NSA?

"El hogar de los criptógrafos y los especialistas en descifrar mensajes codificados". Así comienza la descripción de la NSA de Estados Unidos que puede encontrarse en su sitio web.

Harry S. Truman le puso la firma a la creación de la NSA en 1952, con el objetivo de evitar un nuevo Pearl Harbor.

Su misión, explica el texto, consiste en "prevenir que adversarios extranjeros adquieran acceso a información sensible o clasificada vinculada con la seguridad nacional", además de "recolectar, procesar y diseminar información de inteligencia de fuentes externas para propósitos de inteligencia y contrainteligencia y para respaldar operaciones militares".

Ha "provisto información oportuna a los responsables de las tomas de decisiones y líderes militares por más de medio siglo", sigue la explicación.

La NSA brinda servicio al Departamento de Defensa, agencias gubernamentales, contratistas del sector privado que trabajan para el Estado, y aliados de EEUU, además de otras agencias de inteligencia ("nuestros clientes saben que pueden contar con nosotros", asegura la agencia).

Tom Carver, quien era corresponsal de la BBC en Washington en 2002, contaba que cuando Osama bin Laden se desplazó a Afganistán, la NSA escuchaba cada llamada que hacía en su teléfono satelital, lo que en dos años llevó a registrar más de 2.000 minutos de conversaciones.

En 1998, una base de entrenamiento de Bin Laden fue bombardeada. Él logró sobrevivir por poco y dejó de usar teléfonos. Pero EEUU lo volvió a encontrar y le dio muerte en mayo de 2011 en Pakistán.

Su presupuesto anual es información clasificada.

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