martes, 4 de junio de 2013

Francisco Rabelais

Escritor, médico y humanista francés, nace en el “jardín de Francia” en 1494, a orillas del Loira y del Vienne, Chinon es la ciudad de esa región de Touraine, apacible tierra de vacas y viñedos, de abadías y ferias artesanales con gente pueblerina.

Viste los hábitos franciscanos de muy joven y en 1524 pasa a la orden benedictina, abandonando los claustros del monasterio en 1530, para estudiar en la Escuela de Medicina de Montpellier. Dos años después se instala en Lyon, por entonces, gran centro cultural, donde es nombrado médico del hospital de Notre Dame de la Pitié du Pont du Rhone. No fue sin embargo, por sus trabajos relacionados con la medicina por los que alcanzaría celebridad, sino por sus obras literarias.

Por entonces publica una pequeña obra, “Las grandes e inestimables crónicas del enorme gigante Gargantúa”, cuya autoría se pone en duda. Esta es una colección de cuentos populares cómicos, lo que sí está fuera de duda es que utilizando este tema escribe, durante veinte años, las quinientas páginas de los “Horribles y espantosos hechos y proezas del muy renombrado Pantagruel, rey de los dípsodas, hijo del gran gigante Gargantúa”. En su obra, Rabelais critica y ridiculiza a los personajes y los hechos de su tiempo, pero toma precauciones de manera sutil para no caer en manos de la siniestra Inquisición. En 1534 publica Gargantúa.

Sin embargo, La Sorbona censura sus primeras obras, debido a sus ácidas críticas contra los monjes, así como rechaza toda disputa teológica. En su novela de tinte popular, Gargantúa es un personaje legendario convertido en un gigante, y su hijo Pantagruel es evocado como un diablillo de origen marino, En 1552 Enrique II, que estaba enfrentado al Papa, levanta la censura y el maestro Rabelais ya puede continuar con sus publicaciones como el “Cuarto Libro de los hechos y dichos del buen Pantagruel”. Cuenta los hechos de Pantagruel y Gargantúa, desde el nacimiento hasta la madurez de los dos gigantes. No son crueles ogros, sino personajes bondadosos y glotones.

Este notable escritor, sacerdote y crítico de la Iglesia fallece en París el 4 de abril de 1553.

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