jueves, 25 de octubre de 2012

Étretat, el paraíso de los acantilados

Crónica de un viaje. Étretat, poblado prisionero de los acantilados más pintorescos que sorprenden al visitante por su verticalidad y confrontan a una belleza salvaje y un poco austera.

Turismo europeo belleza incalculable

Es una mañana tranquila, con algunos rayos de sol que invaden las verdes campiñas y dispersos bosques de árboles añosos que adornan el pequeño sendero por el cual me dirijo a Étretat, un pequeño pueblo costero de la Alta Normandía en Francia. El camino sigue a paso lento, pero a unos metros ya percibo las angostas calles con un aire que se remonta a la Edad Media y el Renacimiento, casas antiguas en las que sobresalen maderos añejos que sostienen la estructura revocada con mampostería que sirve como decoración. Además se observan las vigas esculpidas que dan el estilo típico de la construcción normanda.

Con mi vista distraída por las primeras impresiones me doy cuenta que estoy en Étretat por el sonido a lo lejos de las olas del mar y el olor a costa que dominan mis sentidos.

Al caminar en Étretat se distingue que es un pueblo animado y la vida discurre entre los turistas que llenan sus calles mirando con asombro cada uno de los detalles que hacen único este poblado ubicado en el departamento Sena Marítimo, con una población de dos mil habitantes que contemplan los milagros de la naturaleza a los pies de los enormes arcos de los acantilados, en una playa blanca con un mar de color azul intenso.

En el camino hacia la playa funcionan pequeñas tiendas de artesanía, donde los visitantes quieren adquirir souvenirs para recordar Étretat, otros están sentados en las terrazas disfrutando de un café junto a la brisa del mar. Más allá, visitantes a ritmo apresurado sólo quieren llegar a la playa de rocas blancas en forma de huevos, para admirar los acantilados que son la mezcla de tonos verdes, blancos y cobrizos con una suave piedra caliza.

LA COSTA DE ALABASTRO

Sin duda, estos acantilados gredosos forman parte del conjunto de “La Costa de Alabastro”, lugar considerado como uno de los paisajes naturales más imponentes del norte de Francia.

Al llegar a la playa, no se sabe si mirar al frente, a un lado o al otro, el panorama no deja lugar a las palabras al ver los majestuosos acantilados que fueron la inspiración para grandes pintores del movimiento impresionista como Claude Monet y Eugène Boudin que han plasmado a través del lienzo y la pintura los paisajes fascinantes que encierra Étretat.

El ambiente de Étretat es sobrecogedor en la fantasía que a través de su vereda que da al mar, no queda duda para una caminata en la tranquilidad de la naturaleza porque entraña evocaciones para el esparcimiento de la mirada, mientras el oleaje feroz del mar, repercute una y otra vez al caminar hacia uno de los acantilados donde se ven restos de bunkers que forman parte de la "Muralla del Atlántico", que fue una cadena de puntos de refuerzo ininterrumpida construida durante la Segunda Guerra Mundial por la Alemania nazi para impedir una invasión del continente europeo por los aliados.

Sin dudar empiezo a subir al acantilado denominado "Porte d´Aval" que llama la atención de propios y extraños por el conocido ojo de aguja y el poderoso farallón vertical de 70 metros de altura que se yergue frente a él.

"La Aiguille" o el ojo de aguja de 51 metros es un testigo del pasado geológico de los acantilados de Étretat que inspiró al escritor francés Maurice Leblanc en su obra “Aguja Hueca” creando el personaje de Arsène Lupin, el ladrón de guante blanco con su legendario refugio en el interior de la aguja.

La senda nos lleva unos minutos en que contemplo la vegetación costera, gaviotas que sobrevuelan nuestras cabezas haciendo figuras para ser fotografiadas. La gente está entusiasmada, parece una maratón para llegar a la cima y ser el primero en contemplar y admirar el mar junto a "La Manneporte", una formación rocosa en forma de arco situado al otro lado del acantilado de Aval, en el extremo de la playa de Jambourg. Persisto en la cima mirando la playa, el pueblo de Étretat y el famoso arco del acantilado de Amont que atrae a los visitantes por la comparación que hizo el escritor francés Guy de Maupassant en que las formas de la piedra denotan un elefante metiendo la trompa dentro del agua.

ACANTILADO AMONT

A través de unos 180 escalones es posible subir a la cima del acantilado de Amont donde se tiene una vista incomparable de la Costa de Alabastro por su posición geográfica y lugar donde reside una capilla solitaria. Es la Capilla de Notre Dame de la Garde, construida en 1854 para la protección de los marineros y pescadodres. Destruida por los bombardeos alemanes en la Segunda Guerra Mundial y reconstruida en 1950.

Desciendo del acantilado de Amont pensando que es imprescindible una caminata por la playa rocosa. Muchos caminadores aprecian la profundidad del mar con el murmullo de las aves que son salpicadas con las olas de agua fría. Al ver con atención a estas aves viene a mi mente que Étretat también es conocido por el pájaro blanco, el biplano de Charles Nungesser y François Coli que fue visto por última vez en estas costas en 1927 cuando trataban de realizar un vuelo sin escalas desde París a Nueva York.

GASTRONOMÍA

No hay duda, que para conocer un lugar es importante probar su gastronomía plasmada en sus sabores regionales. En Étretat es infaltable degustar la variedad de pescados y mariscos siendo uno de los platos favoritos los mejillones con papas fritas. Además de los crepes que se los consume de forma diaria ya sea como plato o postre y muchas veces como comida rápida en los que se añaden ingredientes, dulces o salados, acompañados por una buena sidra normanda, natural no filtrada y fermentada.

Étretat es un paraíso terrenal encerrado por dos grandes y blancas lomas cubiertas de césped donde por siglos las olas del mar han golpeado incesantemente su costa y han moldeado perfiles, paisajes y formas increíbles.

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