Fue la primera calle rusa en contar con alumbrado eléctrico público y ver tranvías, y siempre fue el comienzo de la vía que unió Moscú con las principales ciudades rusas de la época: primero, con Nóvgorod y Tver (a la que le debe su nombre) y, luego, San Petersburgo.
“Moscú tiene varios símbolos: el Kremlin, la Plaza Roja, el Teatro Bolshói y el metro. En esa relación sin duda tiene un lugar la calle Tvérskaya. Es un poderoso eje que une Moscú y San Petersburgo, las dos capitales de Rusia, lo que ha sido determinante para la configuración de su perfil arquitectónico”, dijo el presidente de la Unión de Arquitectos de Moscú, Nikolái Shumakov.
Las grandes demoliciones de los años 30 y 50 del siglo pasado tuvieron un considerable impacto, pero la arquitectura estalinista le dio a la calle “mucho colorido y la convirtió en la que hoy todos conocemos”, añadió el arquitecto.
Según Shumakov, las nuevas construcciones que se han erigido la Tverskaya en los tiempos post-soviéticos se han incorporado de manera armónica en el estilo de la principal vía de la capital rusa, lo que no puede dejar de ser un motivo de satisfacción para los arquitectos moscovitas.
Pero también hay motivos de quejas: la principal, en opinión del arquitecto Shumakov, es la proliferación de todo tipo de anuncios publicitarios, que dañan la imagen de la calle e impiden apreciarla en todo su esplendor. “Lamentablemente, no es fácil retirarlos”, agrega el experto, quien echa en falta un programa de diseño urbano específico para el centro de la ciudad.
Vía comercial
La calle comienza a un costado de la plaza Manezh (Picadero), entre el mítico hotel Nacional y la actual sede de la Duma del Estado, y se empina hacia el norte, en una cuesta que termina en la plaza Pushkin, clásico punto de reunión de enamorados y también de... manifestantes.
Desde allí hasta la plaza Triunfálnaya (Mayakovski, en tiempos soviéticos), donde termina la Tverskaya, proliferan todo tipo de comercios, cada cual más exclusivo.
En sus primeros metros, subiendo a mano izquierda, se encuentra uno de los más lujosos hoteles moscovitas, el Ritz Plaza, erigido en el lugar donde se hallaba el hotel Intourist, un cubo de cristal y acero, que destacaba por su flagrante disonancia con estilo imperial estalinista que adquirió la calle a partir de los años 30 del siglo pasado.
La reconstrucción estalinista de la principal calle de la capital rusa, que incluyó su ensanchamiento en varios metros, perdonó muy pocos edificios de la Rusia de los zares, curiosamente casi todos ellos a mano izquierda, si se avanza hacia el extrarradio de la ciudad.
Además del hotel Metropol, construido en 1903, una verdadera joya de la arquitectura modernista, en esa parte de la calle se conserva la residencia del gobernador general de la ciudad, un precioso palacete que data de fines del siglo XVIII, sede en tiempos soviéticos del Soviet de Moscú y actualmente del Ayuntamiento de la capital rusa.
Su fachada, rojiblanca, da a una pequeña plaza donde se encuentra una estatua ecuestre del fundador de la ciudad, el príncipe Yuri Dolgoruki (Yuri, el de Brazo Largo), cuya fecha de nacimiento los historiadores sitúan entre 1099 y 1100, y que murió en mayo de 1157.
Los dos poetas
Es una de las tres grandes estatuas de la Tvesrskaya: las otras son de dos poetas: Alexandr Pushkin, considerado el mayor genio de la poesía que ha dado Rusia, y Vladímir Mayakovski, el vate de la revolución bolchevique.
De estos tres monumentos sólo uno data de los tiempos de los zares: el de Pushkin, obra de Alexandr Opekushin, inaugurado en 6 de junio de 1880. Esta estatua, sufragada con una colecta popular, tiene nueve metros de altura, incluido su pedestal, y es sin duda la más querida de los miles de monumentos al poeta que hay a lo largo y ancho de Rusia.
La estatua fue instalada en la parte de la Tvérskaya de los números impares, en la plaza de la Pasión, mirando hacia el frente, donde se erigía un monasterio homónimo, demolido por los comunistas en 1950 para construir una plazoleta con fuentes, a la que luego trasladaron el monumento a Puskhin. Un poco más al fondo fue construido en 1960 el cine Rossía, uno de los más grandes de Europa, que en 1997, tras su remodelación, fue rebautizado como Pushkinski, en honor al poeta, y que este año recuperó su nombre original.
La Tverskaya, cuando aún llevaba el nombre del escritor comunista Maxim Gorki y la Unión Soviética padecía graves problemas de desabastecimiento, fue el escenario donde se presentó a los moscovitas la comida rápida occidental con el desembarco el 31 de enero de 1990 de la cadena McDonald’s.
La primera hamburguesería de Moscú causó sensación entre sus habitantes, que hacían colas kilométricas para degustar el sabor importado del capitalismo, sin siquiera sospechar que el comunismo tenía ya los días contados.
“Fue la primera Coca-Cola que bebí en mi vida”, dice Artur, un periodista de 34 años, que con apenas 12 años fue testigo y protagonista de ese acontecimiento. “El día de la inauguración había un mar de gente, pero -no sé cómo- se me ocurrió saltarme la cola. Dije que mis padres estaban más adelante y funcionó”, recuerda hoy con una sonrisa.
Es exclusiva
Siempre fue una calle exclusiva: en los tiempos de los zares y también después de la revolución bolchevique de 1917. En la época soviética tener un apartamento en la Gorki era un privilegio reservado a un puñado de elegidos. Las estelas y placas recordatorias que salpican los edificios estalinianos narran a los viandantes quiénes fueron sus inquilinos: militares, científicos, escritores, artistas.
Actualmente, la Tverskaya es una de las calles comerciales más caras no sólo de Rusia, sino del mundo entero.
Establecerse en la principal calle de Moscú cuesta dinero, pero da prestigio. “El alquiler es bastante más elevado que en otros sectores de la ciudad, pero tener una oficina en Tvérskaya es una tarjeta de presentación nada despreciable a la hora de entablar contactos de negocios”, comenta Arseni Demidenko, ejecutivo comercial de la representación de la empresa chilena BDP en la capital rusa, desde cuyas ventanas se abre una magnífica vista a la plaza Pushkin. (EFE Reportajes)
Actualmente, la Tverskaya es una de las calles comerciales más caras no sólo de Rusia, sino del mundo entero.
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