Londres, 1993. A los 20 años le cortaron una pierna por un cáncer de huesos que no tenía, una víctima más del llamado “hospital de los locos” de Birminghan.
Vicki Hunter, profesora de Educación Física, se había dirigido al hospital de Birminghan por un dolor en la pierna, y los médicos inmediatamente la enviaron al reparto de Oncología, ya que previeron un cáncer de huesos. En Oncología resolvieron inmediatamente amputarle la pierna y someter al paciente a intensas radiaciones y quimioterapia.
El problema surgió cuando salió a la luz que el mentado cáncer no existía y que la amputación y el peligroso tratamiento habían sido inútiles.
Pero el caso de Vicki Hunter no era la primera “locura” del hospital de Birminghan: en los últimos ocho años decenas de diagnósticos realizados allí se revelaron equivocadas, y los errores en la elección de medicamentos y en la interpretación de análisis provocaron dramáticas consecuencias para los desafortunados pacientes.
En lo que asemeja a un argumento de película de humor negro, el hospital de Birminghan parecía especializarse en tratamientos y amputaciones a pacientes que sufrían de otros males o que no tenían ninguna necesidad de tales intervenciones.
En tanto, Vicki Hunter se preparaba para emprender un juicio al “hospital de los locos”. (ANSA).
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