martes, 25 de septiembre de 2012

La trompeta barroca

llamada trompeta “natural” o “barroca” fue el instrumento para el que escribieron Claudio Monteverdi, JeanBaptiste Lully, Henry Purcell, Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel: se trataba de una trompeta vaciada en metal y de forma moderna (sección cilíndrica hasta el pabellón que se ensancha progresivamente), pero que no podía emitir debido a la presión del aire nada más que los armónicos naturales del sonido fundamental que venía determinado por la longitud del tubo (teóricamente, esta longitud debería ser 2,34 m).

La trompeta natural estaba afinada en do, más corrientemente en re (en ocasiones en fa en la Alemania del siglo XVIII). Su sonoridad clara y penetrante, brillantísima, perfectamente adaptada a las interpretaciones al aire libre, hizo que se pasaran por alto sus limitaciones por lo que hay muchos pasajes que, aún tocados en modelos de válvulas, siguen pareciendo de una dificultad increíble. Las trompetas naturales que se tocaban en conjunto en fanfarrias eran idénticas, es decir, todas ellas estaban en la misma tonalidad: el músico que tocaba la parte superior utilizaba una embocadura más pequeña para facilitar la producción de notas sobreagudas. La actual trompeta de caballería es una trompeta natural.

Se empleaba durante los siglos XVII y XVIII, tanto en Italia como en Alemania, la palabra clarino para designar a una trompeta natural de pequeñas dimensiones adaptada al registro agudo y después, poco a poco, acabó por aplicarse a cualquier parte escrita en este registro para trompeta de orquesta. Incluso en obras de Bach y Händel, las partes correspondientes al clarino se interpretaban con una pequeña trompeta afinada en Re, aunque el instrumento figura por primera vez de una manera explícita en la partitura del Orfeo de Monteverdi.

A comienzos del siglo XVII, el papel de la trompeta en los conjuntos orquestales no era muy importante, aunque existen excepciones. El Orfeo de Monteverdi (1607) es la primera obra en la que se integra a la trompeta dentro de las formaciones orquestales y dentro de esta obra se puede encontrar una tocata para cinco trompetas de diferentes afinaciones.

Hacia finales del siglo XVII, la trompeta comienza a tomar un papel más protagonista y a ser un instrumento muy utilizado en las agrupaciones orquestales. Apareció entonces el Modo per imparar a sonare di trompa, de Fantino (Método para aprender a tocar la trompeta), publicado en Fráncfort del Meno en 1638, que es un testimonio del amplio uso que se la daba al instrumento.

En el mismo período, Purcell empleó frecuentemente la trompeta. En su ópera Dioclesian, una trompeta y una voz de contralto cantan a dúo. Sus composiciones solían ir destinadas como era costumbre de la época a John Shore, trompetista de la corte y miembro de una familia de trompetistas que fue famosa durante todo un siglo. En esta misma época la gran mayoría de los compositores alemanes incluían la trompeta en los conjuntos orquestales.

Händel, poco tiempo después, escribió partes muy agudas y floridas para este instrumento, como su «Let the bright seraphim» (en Sansón) y «The trumpet shall sound» (en El Mesías). Händel indicaba en la partitura «Clarino I, Clarino II y Prinzipale», lo que demuestra que en aquella época aún se mantenía la misma distribución para los instrumentistas que se empleaba en las composiciones orquestales de la época de Monteverdi. Bach también compuso para la trompeta partes muy elaboradas, y en general, en un registro más agudo. La interpretación de dichos pasajes más elaborados y tan agudos era posible debido a que los instrumentistas se especializaban dependiendo de las características de los pasajes, unos en pasajes agudos y otros en los graves de las partes para trompeta. Así, el instrumentista encargado de tocar el clarino únicamente interpretaba los pasajes más agudos por lo que dichos pasajes terminaban siendo más fáciles en su ejecución.

Händel y Bach entonces, compusieron música en la que se le daba el papel protagónico a la trompeta y después de ellos, comenzó un periodo de decadencia de la trompeta, en la que fue degradada a un papel secundario.

La trompeta se convirtió en un instrumento armónico de notas bajas y espaciadas, y de vez en cuando, en una parte más de la percusión, al ser siempre puesta en fortissimo en las partes finales de los movimientos de, por ejemplo, Mozart. Con Beethoven, la trompeta recupera cierta fuerza junto con los timbales, pero no la esperada. Posteriormente, y ya en otros contextos, la trompeta se vio revitalizada, pasando a ser instrumento imprescindible en nuevos géneros.

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