Jerusalén. 1993. Cuando el oficial de policía la interrogó a raíz de la denuncia de su marido, la mujer fue clara y terminante: “No me ayuda en los quehaceres domésticos y decidí, de una buena vez, darle una lección”
El avergonzado marido, de 27 año, llegó a una comisaría de la ciudad de Ashkelon, sobre la costa mediterránea, con la cabeza vendada y lleno de moretones, informaba la prensa local.
El hombre dijo que le fue imposible defenderse del ataque de su esposa, de 25 años, que le atacó a trompadas y le rasguñó todo el cuero. Después del castigo quebró los vidrios del coche de su hermano, estacionado en la acera.
La mujer alegó en la comisaría que su marido no le presta ayuda alguna en casa ni en la crianza de los niños.
Al terminar la investigación policial, la mujer fue puesta en libertad para que pueda seguir atendiendo a sus hijos, y en breve, decidirán las autoridades si someterla a juicio. (EFE).
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