El perfume del futuro no sólo se rociará, sino que se podrá saborear, aseguró David Edwards, profesor especializado en aerosoles, de la Facultad de Medicina de Harvard, al presentar The Whiff (La bocanada), una nueva fragancia creada junto con los expertos del centro de arte parisiense Le Laboratoire.
“Tiene gusto a chocolate, se rocía en la boca y con una sola inhalación da el mismo placer que un bocado al derretirse”, dijo Edward. Tanto es así que el perfume de chocolate dio el puntapié inicial a una nueva rama olfativa, la de las fragancias comestibles.
Después de The Whiff llegó el turno del caramelo Deo, de la empresa búlgara Alpi, que contiene un aceite de rosas capaz de emanar de los poros de la piel.
Los japoneses, en cambio, inventaron la goma de mascar Fuwarinka con perfume a durazno, pero la verdadera revolución ultratecnológica se llama Swallowable Parfum y es una fragancia ingerible, inventada por el biólogo de Harvard Sheref Manay y la artista australiana Lucy McRae.
“Se trata de una cápsula cosmética que permite a la piel aprisionar una fragancia de intensidad proporcional al estado físico y emotivo de quien la emana. Después de que el organismo asimiló el perfume, la epidermis se convierte en un nebulizador viviente”, explicaron sus inventores.
“La cápsula comestible encierra moléculas de lípidos sintéticos que imitan la estructura de las del cuerpo humano. Una vez ingerida, las enzimas corpóreas rompen los lípidos de síntesis dejando escapar las moléculas perfumadas encapsuladas, que salen a la superficie transformándose en microgotas durante la transpiración”, agregaron.
Si bien es difícil predecir si estos perfumes futuristas llegarán al mercado, sin duda los olores desempeñan un papel fundamental en la vida humana porque transmiten las emociones a través de las sensaciones que evocan.
Existe una verdadera patología para quien no consigue percibirlos: se llama anosmia y puede ser temporaria (como durante un resfrío) o estable, debida a traumas o pólipos que obstruyen el tabique nasal.
Es semejante la hiposmia, que disminuye el poder del olfato, sin anularlo. A los “enfermos” olfativos les está dedicado el festival Food, Flavour and our Firth Sense (Alimento, sabor y nuestro quinto sentido), que se realizará a fines de septiembre en la localidad inglesa de Norwich y propondrá comidas especiales para quienes sufren anosmia.
El mayor problema para quienes padecen esta patología es la pérdida del gusto, ya que la capacidad de sentir los sabores está vinculada con el funcionamiento de la nariz.
El médico estadounidense Ronald De Vere, que es anósmico, aconseja recetas capaces de despertar el gusto.
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